HÉLADE

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LIBROS PUBLICADOS. 1.1968 -Antecedentes para H. de la Industria Argentina .2.1975 -Industria Argentina y Aduana 1835-1854 .3.1977 -Dorrego Gobernador. Economía y Finanzas 1826-27 .4.1980 -Rosas y García. La economía bonaerense 1829-35 .5.1988 -La reforma económica financiera en la Prov. de Bs. As .6.1990 -Correspondencia inédita. Rosas y Paris .7. 1995 -Proteccionismo y Libre Comercio en Bs. As. 1810-1850 .8.1998 -Pedro Andres García 1758-1833 .9.2005 -Ciencia y Técnica en Bs. As 1800-1860 .10.Historia Soc.Cientifica Argentina en el S.XIX (2002) .11.El humanismo en la obra de A.Llanos (2006).12. Manuel José Garcia (1784-1848) - Editorial Historica. Pierrot (2008).

Sunday, December 31, 2006

¿EL FIN DE LAS CLASES SOCIALES?


Empleo y clases sociales.


Los estudios sociológicos actuales relativos a la distribución del empleo efectuados en las sociedades consideradas como desarrolladas, por oposición al denominado tercer mundo, el cual con sus campesinos y obreros suministran alimento, combustibles y materias primas a bajo costo a aquellas, indican un acelerado descenso, en las tres últimas décadas, de los porcentajes de trabajadores ocupados en la industria y a su vez, un incremento de aquellos otros dedicados a las actividades laborales clasificadas como “servicios”, ambigua designación para abarcar desde conductores de trenes a médicos e investigadores científicos.
Esta tendencia que, de acuerdo a las estadísticas, supera la mitad de la población empleada en Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania y Japón a permitido a sesudos pensadores, elaborar la idea de la desaparición de las clases sociales, por la ausencia progresiva de obreros en la moderna sociedad post-industrial. Esta situación conviene aclarar, se cumple sólo en los países desarrollados, pues, en los restantes, pese a la globalización proclamada a los cuatro vientos, no registran el mismo fenómeno, o al menos con idéntica intensidad.
Nadie puede negar, ni niega, el cambio constante del carácter del trabajo en las distintas sociedades que existen en el mundo. Por lo tanto sería ridículo dejar de observar los cambios sociales a consecuencia de las variaciones que se han producido en los sistemas de producción fabriles y aún, también, en las explotaciones agrícolas, mineras o de otro carácter donde la introducción de la máquina ha convertido al campesino en el conductor de un tractor o una sembradora, mientras el obrero industrial maneja un robot.
La transformación del obrero en un técnico, manejando un mecanismo electromecánico, ha permitido humanizar el trabajo, liberar al hombre de una pesada y agotadora labor que lo subyugaba a “ganar el pan con el sudor de su frente” mientras destruía su cuerpo y su mente. El gran cambio tecnológico de nuestros días, al cual asistimos con asombro y algunas veces con incomprensión, podría ser equiparado a la introducción de la máquina en la revolución industrial inglesa que desencadenó una reacción airada contra ella por parte de los obreros. En algunos aspectos, algo similar ocurre con la implementación de sistemas electrónicos que utilizan robots y conducen a sistemas productivos totalmente automáticos.
¿Sin hombres, sin obreros? La contradicción es evidente, no se podrá prescindir del hombre, quien al decir de Protágoras es la medida de todas las cosas.
Los procesos tecnológicos de producción modernos sustituyen obreros industriales por manipuladores de mecanismos automáticos, en ambientes con mejor calidad de vida para realizar su trabajo, sin excesivos esfuerzos físicos. Sin embargo, estos cambios no significan que hayan desaparecido en el mundo actual los trabajadores fabriles y los campesinos, de “cuello azul” y “cuello blanco” y la mano de obra femenina (“cuello rosa”), para no mencionar la que abusa de los menores de edad.
Por lo tanto, cabe preguntar: ¿han desaparecido las clases sociales y como se define una clase social?“Clase debe entenderse en conexión con las relaciones de producción, las relaciones en las cuales convergen los hombres en el proceso, ya sea como relaciones de propiedad, o como relaciones de trabajo. Cuando estas relaciones son tales que las condiciones de producción están controladas por un grupo particular, entonces nos encontramos con una sociedad de clases en la cual el grupo minoritario, propietario de los bienes de producción efectúa un acto de explotación, que es simplemente la apropiación de parte del producto de los otros miembros de esa sociedad”.(*)
Si los medios de producción son propiedad privada de un grupo social determinado (empresa, corporación o compañía financiera) el cual para obtener una ganancia explota a una mayoría que deja de percibir una parte (plusvalía) de su salario, las clases sociales continúan siendo una realidad, de aquí que su pretendida desaparición, proclamada por algunos teóricos intelectuales, es una falacia.
Las cifras que reflejan las estadísticas mundiales comprueban la concentración gigantesca de los capitales (propiedad privada) en poder de una minoría, mientras se acentúa la pauperización de los explotados. Este hecho, publicado por organismos internacionales y no por agitadores sociales, comprueban la tesis de la acumulación de poder y riqueza en manos de unos pocos y la presencia de un proletariado que sólo cuenta con su fuerza de trabajo para subsistir.
¿Se puede argumentar, entonces, acerca de la desaparición de las clases sociales? Por el contrario se trata tan sólo de un argumento para distraer la atención acerca de las verdaderas causas del problema.
Los nuevos proletarios, sin conciencia de clase, son los técnicos y los profesionales, de todas las especialidades, es decir, los médicos, abogados, contadores, ingenieros, investigadores científicos e intelectuales que hoy se ven obligados a vender su fuerza de trabajo (sus conocimientos) a las grandes corporaciones porque ya no pueden subsistir como trabajadores independientes. Se agregan así, hay que repetir, carentes de conciencia de clase, a los antiguos proletarios, simple mano de obra no-calificada.
Tecnología y clases sociales.
La ciencia y la tecnología, inseparables entre sí, son criticadas desde diversos ángulos teóricos y pragmáticos. Para unos son el origen de la deshumanización del hombre, argumento insostenible, pues, si se busca un factor decisivo en el mejoramiento de las condiciones de vida del hombre desde el primitivo al homo-sapiens, es precisamente gracias a los notables avances logrados por la ciencia y la técnica. Sus aspectos negativos (que los tienen) son ocasionados por una errónea apreciación, derivada de utilizar sus virtudes y recursos al incremento de los capitales privados en lugar de favorecer al progreso de la sociedad en su conjunto.
Si se quiere calificar adecuadamente el adelanto de las condiciones de vida en las impropiamente denominadas sociedades post-industriales, sería mejor llamarlas sociedades tecnócratas, y señalar el prominente uso de la tecnología: la electrónica, la bio-genética, nuevos tipos de materiales y fuentes de energía entre otros adelantos científicos.
Esta tecnología aplicada al desarrollo militar permite que las fuerzas armadas de los países que integran el famoso G-7 y sus centros financieros, dominen y avasallen los derechos de los oprimidos, sujetos a su explotación, que se extiende al campo cultural por la insidiosa penetración de técnicas de consumismo de elementos superfluos que contribuyen a la dependencia económica y financiera que sufren los países avasallados.
La explotación del llamado tercer mundo, además, se efectúa permanentemente utilizando mano de obra esclava (carente de derechos gremiales) junto con la apropiación de sus riquezas naturales, el petróleo, minerales como el cobre, bauxita y otros, productos primarios alimenticios, frutas, cereales, café, que están sujetos a los dictados de los monopolios, que fijan precios viles, mientras subsidian y protegen sus producciones internas mediante cuotas de importación.El control y manipulación de las informaciones y comunicaciones mundiales (la famosa mass-media) mediante los adelantos tecnológicos contribuyen a asegurar este dominio que favorece a los centros económicos del capital financiero internacional trabando toda posibilidad de competencia a las economías marginales.
El “Estado de Bienestar” del cual se ufanan las sociedades post-industriales es el resultado de la aplicación de la tecnología y la ciencia modernas a la explotación generalizada de las economías marginales, siendo su instrumento principal, para lograr este objetivo, la ausencia de controles sobre las corporaciones transnacionales bajo "la bandera de la libertad de mercado".
En este cuadro, la mayor contradicción en el campo social contemporáneo lo constituyen los movimientos obreros de todo el mundo que han abandonado su vieja lucha por una fraternidad internacional proletaria, como lo hacían en siglos pasados, mientras el capital, mediante sus corporaciones transnacionales, que no tienen complejos de nacionalismos, aglutina a sus explotados.
La utilización inteligente del desarrollo de la ciencia y la técnica y el uso racional de los recursos naturales permitirían liberar a toda la población mundial del hambre y a la supresión de los marginados (sin pretender que esta afirmación signifique que todos los problemas de la humanidad quedarán solucionados), pero el derroche absurdo del sistema capitalista con sus inversiones para mantener su hegemonía mediante el uso del poder militar, destruyen o impiden esa posibilidad.
Las clases sociales siguen existiendo en la sociedad actual, la lucha para su desaparición es un compromiso de aquella que sólo cuenta con la venta de su fuerza de trabajo.
(*) G.E.M. de Ste Croix – 1983 – The class struggle in the Ancient Greek World.


Octubre 2006.

Friday, December 15, 2006

175 Años del Pensamiento Hegeliano. (1770-1831)

Recordar el pensamiento de Hegel a 175 años de su desaparición física, es un propósito que contribuye a interpretar los acontecimientos de nuestro vivir presente en un mundo convulsionado, a tal punto, que podríamos afirmar que nos encontramos atravesando un tiempo histórico de transición del cual emergerá una nueva época en el siglo XXI.

Jacques D´Hondt
[1] en un trabajo sobre Hegel señala que éste presentía que el envejecimiento “afecta a todos los seres, a todas las cosas y a todas las concepciones filosóficas”, sin embargo, es preciso aceptar que el pensamiento hegeliano constituye una de las obras más sólidas y permanentes del saber humano.

Hegel abarcó en sus escritos la totalidad del conocimiento de su época, así en sus trabajos analiza los temas relativos a la justicia, la política, la religión, la filosofía de la naturaleza, la historia filosófica, desde una mirada inquisitiva.

El particular valor de su obra radica, como puntualizó Federico Engels en el criterio histórico que recorre cada una de los temas que desarrolla y su debilidad en la formulación de un sistema, pretensión de toda filosofía, que culmina en la “la idea absoluta”. Esta conclusión contradice su método dialéctico que niega todo dogma y que constituye el gran valor de su pensamiento.

Hegel en todos sus análisis utiliza el método dialéctico para poner de manifiesto las contradicciones en las cuales se desarrolla la historia del hombre.

Así su famosa tesis: “Todo lo real es racional y todo lo racional es real”, pone de manifiesto como aquello que existe tiene carácter racional, en tanto responde a una necesidad, además de existir es necesario, pero cuando ésta desaparece, tal como enfatiza Engels, “todo lo que es real, dentro de los dominios de la Historia humana se convierte en el tiempo en irracional”. Por consiguiente, “todo lo que es racional en la cabeza del hombre se halla destinado a ser un día real, por mucho que choque todavía con la aparente realidad existente”.
[2]

En la “Fenomenología del Espíritu” (1807) Hegel se ocupa del hombre total, el método y la metafísica, la política y las bellas artes, la religión y la psicología, la lógica y la historia concreta desarrolladas en sus páginas en un intento de abarcar todo el saber.

En esta obra, dice Alfredo Llanos, en el Estudio Introductorio a su traducción, “el designio de Hegel es describir y explorar las diversas figuras que asume la conciencia humana desde su forma más incipiente, la certeza sensible, hasta el saber absoluto.”
[3]

Según Hegel, la filosofía tal como la desarrolla en la “Ciencia de la Lógica”, debe ser precisamente la “ciencia de la experiencia de la conciencia”, es en esta obra donde analiza todos los aspectos de la ciencia de su época, desde la matemática, la física, la química, la biología y en la cual incurre en errores de interpretación producto del estado de los conocimientos científicos logrados hasta ese momento.

En la “Lógica” la tarea principal que asume Hegel es dar una explicación de la primera razón del mundo, en este sentido Llanos señala: “Es indispensable entender que la explicación del mundo encierra la idea de una necesidad lógica porque la aparente ausencia de necesidad nos lleva a plantearnos el problema de su incompresibilidad. Por tanto, una filosofía que diera cuenta cabal del mundo tomaría como primer principio no una causa sino una razón, a partir de la cual procederá a deducirlo, no como un efecto sino como una consecuencia lógica”.
[4]

Más adelante, en la tarea de dar una explicación de la primera razón del mundo concluye que: “La mayor abstracción posible común a cada objeto concebible en el universo es el concepto del Ser. No todas las cosas son materiales, pero sí poseen ser, puesto que todos los objetos son”.

En cuanto a la historia del mundo, de la cual se ocupó en “La filosofía de la historia”
[5], Hegel sostiene que no es otra que el progreso de la conciencia de la libertad. En esta labor de hacer la historia sujeto a su necesidad, el hombre ejerce poder sobre la naturaleza exterior, mediante sus útiles (herramientas y maquinas) mientras a su vez está sometido a ella.

Otra afirmación de Hegel motivo de reflexión, la constituye aquello que sucede entre el actuar y el pensar de los hombres, al respecto dice: “No es el azar sino el desajuste entre lo potencial y lo actual. La idea universal no se entrega a la oposición, no se expone al peligro; permanece intangible e ilesa, en el fondo, y envía lo particular de la pasión a que reciba los golpes en la lucha. Se puede llamar a esto la astucia de la razón; la razón hace que las pasiones obren por ella y que aquello mediante lo cual la razón llega a la existencia se pierda y sufra daño”.
[6]

Es, pues, oculta entre las pasiones del momento que agitan a los hombres en su accionar, que la razón permanece oculta y adquiere racionalidad en función de la necesidad.

Hegel nació en la ciudad de Stuttgart en 1770 y luego de estudiar en el Seminario Protestante de Tubingia, se graduó en 1793; trabajó de preceptor en Berna para trasladarse a Jena, siete años más tarde, donde junto a Schelling editando el “Diario critico de filosofía”.

En vida, publica la “Fenomenología del espíritu” (1807), a continuación la “Lógica” en dos tomos (1812 y 1816), la Enciclopedia (1817) y finalmente, en 1821, la “Filosofía del Derecho”. Muere en Berlín en 1831.

Los trabajos juveniles, los papeles de Jena, los de Nüremberg, los escritos políticos y los cursos sobre la historia de la filosofía, filosofía de la historia, estética y religión, fueron publicados posteriormente por los amigos y discípulos del filósofo.

J.C.Nicolau.
Diciembre 2006.
[1] Jacques D´Hondt (1966) – Hegel, filósofo de la historia viviente. (Amorrortu ed. B.A.)
[2] Federico Engels (1946) – Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.(Moscú)
[3] Alfredo Llanos (1991) – Estudio Introductoria a la “Fenomenología del Espíritu” de Hegel. Ed. Rescate.


[4] Ibidem.
[5] G.W.F, Hegel (1956) – The philosophy of history. (Dover – New York) p.19.
[6] Ibidem p. 33



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