HÉLADE

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LIBROS PUBLICADOS. 1.1968 -Antecedentes para H. de la Industria Argentina .2.1975 -Industria Argentina y Aduana 1835-1854 .3.1977 -Dorrego Gobernador. Economía y Finanzas 1826-27 .4.1980 -Rosas y García. La economía bonaerense 1829-35 .5.1988 -La reforma económica financiera en la Prov. de Bs. As .6.1990 -Correspondencia inédita. Rosas y Paris .7. 1995 -Proteccionismo y Libre Comercio en Bs. As. 1810-1850 .8.1998 -Pedro Andres García 1758-1833 .9.2005 -Ciencia y Técnica en Bs. As 1800-1860 .10.Historia Soc.Cientifica Argentina en el S.XIX (2002) .11.El humanismo en la obra de A.Llanos (2006).12. Manuel José Garcia (1784-1848) - Editorial Historica. Pierrot (2008).

Friday, September 29, 2006

EL PENSAMIENTO RACIONAL EN LOS PRE-SOCRÁTICOS.

¿Qué se entiende por pensamiento racional? Si nos referimos al origen etimológico, racional es lo que se vincula con la razón, la capacidad de relacionar el pensar con lo real, aquello exterior al hombre, aun cuando éste es parte de esa realidad. Racional es un pensamiento que se desarrolla tomando la razón como motor de la deducción o análisis, es racional aquello que se ajusta a un hecho o cosa comprobada, es enfocar un problema desde un punto de vista materialista.

Según la opinión de Hegel “la razón llegó a imponerse rechazando la fe nacida de la autoridad” y la religión.
[1]

Para Heráclito, nacido en Efeso, el pensamiento racional es el “ logos" (la palabra) aquello “que yo explico cuando percibo cada cosa según su naturaleza y declaro como ella se comporta”. En oposición, el pensamiento idealista es producto de las ideas forjadas por el hombre en su cerebro carentes de sustento en el entorno exterior a su ser.
[2]

Sin embargo, el pensamiento de Heráclito es posterior en el tiempo a los milesios y pitagóricos, quienes formularon las primeras premisas de un pensamiento racional desbrozado de los antiguos mitos y apoyado en los desarrollos sociales y económicos de siglos anteriores.

Pretender determinar la época precisa en la cual tuvo lugar la aparición del pensamiento racional entre los helenos, dice W. Jaeger, es tarea difícil. Sin duda ha sido consecuencia de un largo proceso iniciado durante el periodo arcaico del cual se tienen noticias a través del lenguaje poético, en particular la "epopeya homérica" que reunió los antiguos mitos religiosos traídos a la tierra y ubicados en la sociedad de los hombres. Su análisis mostraría como muy pronto el pensamiento racional penetra en el mito y comienza a influir en él". En este sentido, agrega, "debemos considerar la historia de la filosofía griega como el proceso de la progresiva racionalización de la concepción religiosa del mundo implícita en los mitos". Así en la "Teogonía" de Hesíodo se expresa la voluntad de observar los hechos según un "orden racional"
[3]

Desde luego sería ridículo suponer que la magia y los mitos fueron desterrados totalmente de la vida helénica, pero es indudable que se produjo un cambio fundamental en la búsqueda de soluciones a los problemas que debían afrontar

El raciocinio racional se comprueba observando que para los griegos en todo momento en su accionar tuvieron presente que los dioses no estaban ubicados en una esfera extra-terrena, sino que por el contrario se mezclaban con las vicisitudes humanas participando de sus amores y sus odios. Teodoro Gomperz
[4] con excelente criterio señala la ausencia de un clero organizado en la sociedad helénica, comparada con la de los egipcios y caldeos y este hecho constituyó una contingencia favorable para que aquellos desarrollaran un pensamiento racional, basado en la experiencia.

Dado que el pensamiento racional y dialéctico se originó particularmente en la sociedad griega del siglo VI a.n.e. sería preciso analizar su realidad social entendiendo a ésta como la síntesis de las condiciones políticas, económicas y culturales de una determinada época histórica sin olvidar la influencia del legado recibido de generaciones anteriores y la influencia de los pueblos a orillas del mar Mediterráneo.
[5]

Las teorías expuestas por los primeros pensadores griegos, los helenos asentados en las ciudades jónicas a orillas del mar Egeo y en sus islas, denominados "fisiólogos", se caracterizaron por sus observaciones acerca de la naturaleza. y son consideradas por algunos historiadores y filósofos como brillantes intuiciones, afirmación que ha sido motivo de debate.

Estas ideas en lugar de intuiciones afortunadas, o producto de un inexistente "milagro" griego, deben ser consideradas como consecuencia de la observación y análisis sistemático de la naturaleza, surgidas de necesidades concretas que requerían solución para lograr sobre todo la subsistencia y el mejoramiento de sus condiciones de vida, como lo demuestran entre otras sus deducciones geométricas y en la medicina. La tendencia innata de los jonios -grandes exploradores y observadores- hacia la investigación, sigue diciendo Jaeger los condujo a efectuar un análisis "teórico y causal" de los hechos del mundo real.

La opinión acerca de la génesis de la filosofía en el mar Egeo como el resultado de una circunstancia milagrosa, como sostiene F. M. Cornford, carece de validez en tanto deja de considerar diversos hechos concretos que invalidan esta proposición.
[6]

Una discusión exhaustiva, en cambio, llevaría a concluir que las especulaciones de los "fisiólogos" Tales, Anaximandro y Anaxímenes, de Mileto, y posteriormente Heráclito, Anaxágoras, Parménides, Demócrito, entre otros, se apartan de la sola observación para efectuar especulaciones teóricas, surgiendo como culminación de un proceso histórico resultado de factores sociales, económicos, políticos y culturales que contribuyeron a formar y modelar el pensamiento de los helenos.

En el ámbito de las ciencias contemporáneas, después que la filosofía y las ciencias naturales dejaron de convivir unidas, resultan notables las teorías pre-socráticas debido a la persistencia de los interrogantes que, aquellos pensadores, plantearon respecto a las "primeras causas". Los siglos transcurridos desde las especulaciones de los jonios a pesar de la enorme acumulación de información y observaciones brindadas por la investigación científica y la posterior indagación filosófica no ha logrado develar algunas de las incógnitas fundamentales que aun siguen pendientes de respuesta acerca de la génesis o principio del universo.

Esta conclusión no debería sorprender si se acepta que el cosmos, como alguno de ellos afirmaron, está en permanente desarrollo y cambio, lo cual conduciría a concluir que se debe desechar la existencia de verdades absolutas.

El desenvolvimiento de las sociedades se produce a través de saltos en el tiempo, es decir, carecen de un carácter lineal. Algunas de ellas quedan cristalizadas por su falta de evolución razón que permite a los antropólogos estudiar las denominadas sociedades primitivas.

Por cierto no es el caso de la sociedad griega que atravesó distintas etapas en su desarrollo desde su expansión hacia el Oriente (Jonia y las islas del Egeo) y luego por las orillas del Mediterráneo hasta las Columnas de Hércules, para luego llegar a su decadencia, como apunta Farrington "el período más original y creativo" griego transcurrió desde cerca del 600 a.c. hasta la muerte de Aristóteles en 322 a.c.
[7]

Dentro de este cuadro es preciso incluir el devenir de una forma de pensamiento elaborado a través de sucesivas etapas que vendrían a resultar la culminación de ese proceso socio-económico y político-cultural. Los hombres realizan su historia en procura de satisfacer sus necesidades en determinadas condiciones ajenas a su voluntad, por consiguiente existen límites para ésta, pero al mismo tiempo le otorgan posibilidades para conseguir sus objetivos.

Si se procura indagar acerca del origen del pensamiento racional en la evolución del hombre es preciso concordar, en primer lugar, que éste fue consecuencia de la observación de la naturaleza para resolver problemas concretos de alimentación y refugio contra el peligro, o buscar una explicación de aquellos fenómenos meteorológicos que afectan su supervivencia. Este propósito se estudiara a partir de la historia escrita conocida, pues la actividad del hombre primitivo es en principio producto de los estudios antropológicos y arqueológicos, el objeto de ella la realiza en su entorno, la naturaleza, para solucionar exclusivamente sus necesidades de sobre vivencia antes de interrogar sobre el origen y el devenir del cosmos.

El origen de ciertas palabras permite descubrir la relación entre la observación de las cosas y la necesidad de adaptarlas a las necesidades prácticas. Esta vinculación entre la experimentación para resolver problemas concretos y el pensamiento se puede encontrar en el origen de ciertos vocablos. En griego, el "sabio" (sophos) es en un principio un experto, entendido en un arte o técnica determinada y es en este sentido que Homero utiliza esta palabra.
[8]

El hombre, muy probablemente, "estuvo observando desde que apareció sobre la tierra", sostiene Heidel con verdad y los antiguos griegos buscaron explicaciones racionales acerca de aquello que observaban.
[9]

Aristóteles afirma, "todos los hombres, por naturaleza, desean conocer". El conocimiento en su opinión, comienza por las sensaciones, en particular, la sensación visual, sin embargo el valor más alto del conocimiento lo alcanza el hombre a través de la experiencia, la memoria acumulada, que lo conduce a la ciencia y a la técnica. El grado inmediatamente superior que orienta hacia un conocimiento más elevado, luego de la representación, se encuentra en el uso de la memoria que permite el desarrollo de la etapa siguiente, denominada experiencia. (Metafísica, 980, 25) Ésta es el resultado de la acumulación de las observaciones realizadas por el hombre en su permanente tarea (trabajo) para sobrevivir subordinando a la naturaleza a sus necesidades. La interpretación científica se irá desarrollando históricamente sobre la base de los conocimientos empíricos acumulados durante siglos.

Por este motivo, el Estagirita considera como sabio aquel que domina una téchne (técnica) o traducido en un sentido más amplio un arte. (Aristóteles, Metafísica 981a, 25) Su opinión desmiente aquella que sostiene que la filosofía, el amor a la sabiduría, consiste en la búsqueda del conocimiento puro, esta idea no puede ser considerada absoluta, pues es imposible separar la teoría de la práctica. Heráclito por su parte afirmaba, “los hombres que aman la filosofía deben ser buenos expertos en muchas cosas”. (Fragmento no.35)

El desarrollo del pensamiento racional, en el caso de los helenos, fue producto de una minoría dirigente a su vez, dedicada a la aplicación práctica de sus observaciones como se comprueba al recorrer la historia de la vida de los pre-socráticos, que lejos de ser científicos o pensadores teóricos como ocurrió en siglos posteriores, procuraban soluciones a los problemas concretos de su época. Ese pensamiento surge y se va desenvolviendo al mismo tiempo que tienen lugar significativos adelantos técnicos en diversos aspectos, como se verá más adelante, lo cual no impide que los mitos del pasado sigan persistiendo en la sociedad. Está contradicción se evidencia en los pitagóricos, quienes transformaron sus observaciones y experiencias acerca de los números y sus proporciones musicales en un culto religioso.

El pensamiento racional, tal como fue explicitado en diversos temas por los helenos es absolutamente original, en este sentido no pueden existir dudas al respecto y si bien se les atribuye el comienzo de la filosofía, ésta sólo puede ser considerada desde el aspecto etimológico de la palabra, "el amor por el conocimiento", pues en verdad los milesios se proponían conocer la naturaleza (physis) para utilizar los medios puestos a su alcance por ésta, a fin de mejorar sus condiciones de vida. Con esta finalidad indagaron acerca del origen de los fenómenos y de las cosas buscando una relación causal, para luego concluir en su aplicación a las diversas necesidades de su subsistencia.

En su avance en estos raciocinios buscaron definir las "causas primeras" que en el correr de los tiempos se agruparían en distintas disciplinas, tales como la cosmología entre otras, dando lugar en siglos posteriores a la especulación filosófica, la metafísica que, de acuerdo a Aristóteles era el "conocimiento de las causas y los primeros principios". (Metafísica, I,i)

En cuanto a lo que se conoce en la actualidad como "ciencia" ésta, en la más acertada acepción, consiste en el estudio de la naturaleza, formulando teorías que buscan explicar los fenómenos que ocurren en ella. La ciencia tiene su fundamento en la práctica social, pues la sociedad en su conjunto responde a sus necesidades en forma desorganizada, resolviendo en la medida de sus posibilidades las contradicciones que debe superar para subsistir. El hombre es producto de la contingencia y la necesidad, el conocimiento de ésta le permite alcanzar la libertad.

Farrington sostiene que los helenos realizaron avances notables que pueden ser clasificados en tres aspectos principales. El primero de ellos, asociado particularmente con los milesios es una nueva actitud para explicar los fenómenos de la naturaleza sin recurrir a la antigua mitología. En segundo lugar, el inicio de una rudimentaria experimentación, previa a la observación de los hechos y por último, una conexión "vital entre la filosofía natural y la técnica".
[10]

Los helenos durante los siglos VII y VI reunieron las enseñanzas provenientes de las civilizaciones orientales, dándole aplicación en tan diversos aspectos como la alfarería, escultura, erección de templos, tratamientos médicos y anatomía humana, explotación minera y en la astronomía aplicada a la navegación. En todos ellos impusieron un particular acento, que se resume en un desarrollo y un pensamiento racional.

Tenemos que concordar con Jacob C. Burckardt (1815-1897) uno de los primeros grandes historiadores del arte y la cultura, que afirmó: “Todo conocimiento objetivo del universo sigue urdiendo, hasta hoy, la tela que empezaron a tejer los griegos”.

[1] G.W.F.Hegel – Lecciones sobre la historia de la filosofía. (1995) F.C.E.
[2] Alfredo Llanos – Heráclito. (1994)Ed. Rescate .
[3] Werner Jäeger – Paideia (1946) México.
[4] Teodoro Gomperz - Los pensadores griegos. (1951).
[5] Los pre-socráticos no utilizaron la palabra dialéctica, derivada del griego dialetiké, que aparece recién en los escritos de Platón y Aristóteles.
[6] F.M.Cornford – The unwriting philosophy (1950) Cambridge.
[7] Benjamín Farrington – Greek Science (1953) London.
[8] Carlos García Cual – Los siete sabios (1956)
[9] William Heidel – La edad heroica de la ciencia (1946)
[10] Obra citada.

FERROCARILES, PUERTOS Y ECONOMIA.

“La edad de oro de nuestro país no está en el pasado, sino en el porvenir; y la cuestión para los hombres de la época, no es buscar lo que ha sido, sino lo que será por medio del conocimiento de lo que ha sido”. Esteban Echeverría.
[1]

La historia argentina es rica en análisis y propuestas acerca de nuestros problemas políticos y socio-económicos, sin embargo deberíamos dejar a un lado las disquisiciones teóricas para pasar a la acción en aquellos problemas concretos que afectan el vivir de nuestros habitantes. Sobre este aspecto insistía el ingeniero Ricardo M. Ortiz
[2] que se destacó por contribuir con sus estudios técnicos e históricos a poner de relieve las estructuras económicas y sociales de la Argentina para lograr el progreso en general y en particular, de las clases sociales menos pudientes.

Ortiz inició el estudio de problemas específicos de carácter eminentemente técnicos, cuya vinculación con la economía no puede ser soslayada, en particular, los referidos a las vías de comunicación y transporte, los ferrocarriles y puertos, debido a su importancia en un país de las características geográficas argentinas, de amplia extensión y un espacio marítimo y fluvial significativo.

Es bien conocido, por los especialistas en vías de comunicación, que el transporte de cargas y pasajeros más económico es el que se efectúa por los ríos y los mares, salvo casos muy especiales; luego le sigue el realizado por ferrocarril y en último término, por el tránsito carretero, este último el más costoso para largas distancias. De aquí que nuestro país presenta condiciones excepcionales para el transporte ferroviario, en un terreno sin mayores obstáculos geográficos como montañas u otros accidentes naturales y por un litoral marítimo extenso, limitado para el transporte, por la ausencia de puertos naturales.

Los argentinos desaprovechamos las ventajas que nos ofrece la naturaleza de nuestro territorio y debido a políticas funestas aplicadas en las últimas décadas dependemos para trasladar pasajeros y cargas del transporte automotor, el más anti-económico debido al alta costo del mantenimiento de las rutas viales y de los combustible, mientras el volumen y el peso factible de ser transportado es reducido comparado con el ferroviario.

Los primeros estudios del ingeniero Ortiz se vinculan precisamente con “El puerto de Bahía Blanca” (1941) y poco después encara “El problema técnico y económico del puerto de Quequén” (1943) y en ese mismo año publica “El valor económico de los puertos argentinos”. Poco más tarde estudia “La economía marplatense en relación con su puerto” (1948) y sigue a continuación escribiendo sobre “Problemas económicos de la Patagonia” (1945) y una “Memoria sobre el río Santa Cruz”” (1948).

En el estudio de las características técnicas de estos puertos se pone de manifiesto sus ventajas y problemas relacionados con su utilización para el transporte de cargas y la comunicación a lo largo del litoral marítimo bonaerense y, luego de detenerse en las mejoras que deberían efectuarse en los mismos, Ortiz comenta en particular las circunstancias económicas de su operación y la necesidad de corregir las distorsiones emergentes del incorrecto trazado de las vías ferroviarias que conducen a esos lugares de embarque las exportaciones del país. Señala al respecto que ése ha sido pensado para otorgar preferencia al ferrocarril y a un centro premeditado, Buenos Aires, con el consiguiente encarecimiento de los fletes favoreciendo la rentabilidad ferroviaria, en lugar de proceder a efectuar en esos puertos, los embarques de las producciones de su zona de influencia.

El segundo tema principal relacionado con las vías de comunicación se vincula con los problemas ferroviarios, asi en 1946 en primera edición, publica “El ferrocarril en la economía argentina” y años más tarde, en 1952, “Régimen de transportes”.

“El ferrocarril en la economía argentina”
[3] es un trabajo donde, al término de la vigencia de la denominada ley Mitre, reguladora de la construcción de las líneas ferroviarias propiedad de los capitales británicos, Ortiz analiza el futuro de tan importante medio de comunicación y se refiere a éste, afirmando: “el ferrocarril no es en la Argentina un mero instrumento de transporte, ni el vehículo del progreso, ni siquiera una actividad industrial preponderante: es toda la Argentina.”

La concesión ferroviaria otorgada a los capitales británicos, por la ley 5315, vencía el 31 de diciembre de 1946, por consiguiente este hecho planteaba la necesidad de adoptar medidas para mantener este servicio vital, para la economía del país, procediendo a su reorganización para afrontar los nuevos problemas económicos surgidos luego de la finalización de la segunda guerra mundial.

Ortiz, luego de una referencia somera a los antecedentes históricos del trazado de la red ferroviaria nacional, dibujada para servir a la exportación de las producciones agropecuarias, nos dice que “en líneas (ferroviarias) cuyo recorrido permite constantemente tener los ríos a la vista, el trigo, el maíz y el vacuno cosechados y criado frente mismo a las zonas portuarias” éste era derivado absurdamente a un centro de concentración ubicado en la ciudad de Buenos Aires. Ésta anómala situación debía ser estudiada procurando medidas que permitieran solucionar las distorsiones de un trazado de rieles destinado a favorecer los intereses agrícola-ganaderos exportadores.

Señala que la declinación de la superficie sembrada en el último cuarto de siglo (1920-1945) con cereales y lino y el número de vacunos sacrificados para exportar fue acompañada por una falta de incremento de la extensión ferroviaria de propiedad privada, es decir en otras palabras que no se realizaron inversiones destinadas a mejorar ese medio de comunicación. Los únicos ramales ferroviarios construidos en esa época fueron realizados mediante las inversiones realizadas por Ferrocarriles del Estado, en el sur la Patagonia y en el norte, la línea que une la ciudad de Salta con Antofagasta (Chile) por el paso de Huaytiquina.

Por tal motivo, sabiamente, Ortiz apunta que “el ferrocarril no ha penetrado en el país” sino a buscar carne y cereales, mientras la nación “ha permanecido impasible” sin preocuparse del desarrollo de otras regiones, cuyas producciones han permanecido alejadas de una red ferroviaria cuyo vértice era la capital de la República. Con conocimiento de los hechos, agrega, esta realidad económica, “dividió al país en dos sectores: el uno no comía pan porque no sembraba trigo y el otro, que tampoco lo comía, aún cuando lo sembraba”.

En su opinión, frente al vencimiento de la concesión, la Nación debía hacerse cargo de los ferrocarriles para adaptarlos a las necesidades del desarrollo económico del país, sin la formación de una compañía mixta, solución finalmente adoptada por el gobierno nacional. Ésta se mantuvo durante un breve lapso desde el 17 de septiembre de 1946 al 13 de febrero de 1947.

Ortiz establece una diferencia entre la nacionalización pura y simple y la estatización, siendo partidario de la primera alternativa, pues sostiene que “Será necesario iniciar la que conduzca a la auténtica nacionalización, es decir, que se facilite poner a los ferrocarriles al servicio de la Nación y bajo el patrocinio de la Nación”.

En la segunda edición del libro Ortiz agregó dos capítulos, destinados a efectuar una crítica de las medidas adoptadas por el gobierno nacional para la adquisición de los ferrocarriles y a un análisis de los procedimientos que debían ser puestos en práctica para poner la empresa en condiciones de afrontar sus problemas fundamentales de esa época, tales como la obsolescencia de su estructura y material rodante, la disminución del tonelaje de cargas, la imprescindible necesidad de complementar el transporte ferroviario con el automotor y su integración en una economía destinada a descentralizar la economía del país y por consiguiente, lograr su expansión en la cobertura del territorio nacional, mejorar su servicio y su rentabilidad económica y financiera.

Añade agudamente que, la sola nacionalización de un servicio público, aún tratándose del ferroviario, “no constituye en sí una medida revolucionaria”. El carácter progresista de tal medida lo otorgará “la clase social que ha de utilizar el nuevo recurso puesto en sus manos”.

El partido político en el gobierno nacional, en ese momento, si bien contaba con el apoyo de la mayoría de los trabajadores obedecía en los hechos a una ideología pequeño-burguesa de conciliación de las clases sociales, pues, en ningún momento pretendió afectar los intereses económicos de los terratenientes y los productores agrícola-ganaderos.

Por consiguiente, la etapa de industrialización iniciada en el país como consecuencia de la crisis mundial del año 30 que afectó la economía nacional, acentuada durante la segunda guerra mundial por la imposibilidad de realizar importaciones de bienes manufacturados extranjeros, no fue profundizada por una política que otorgara apoyo al desarrollo de una industria semi-pesada y pesada que permitiera transformar la estructura económica del país, reducido a ser productor de bienes agrícolas y ganaderos. Esa política requería, obviamente, una transformación de la estructura ferroviaria.

Dejando a un lado los aspectos negativos de la negociación de la compra de los ferrocarriles de capital británico realizada mediante el pago de estos, con las libras esterlinas acumuladas por la Argentina durante la guerra mundial en Londres y las especulaciones de otra posible guerra mundial, Ortiz concluye opinando que: “La burguesía nacional que estaba en el gobierno en el instante de la transferencia, los industriales de la manufactura liviana, los ganaderos y los terratenientes del litoral, no tenían otra visión del país que excediese los límites del gran Buenos Aires”.

En consecuencia, no hubo intentos orientados a formular políticas económicas tendientes a encauzar el país hacia una descentralización que contribuyera a su unidad y crecimiento sostenido, vinculando entre sí las diversas regiones que lo integran.

Para ilustrar mejor el pensamiento del ingeniero Ortiz es preciso señalar que, éste, no estaba reducido a sólo un enfoque economicista, pues en las páginas finales de su libro sostiene que “ni las industrias agropecuarias ni la industria manufacturera constituyen un fin en sí, ellas tienen por objeto satisfacer las necesidades nacionales antes que ser motivo de ganancia”.

Han transcurrido varias décadas desde que los ferrocarriles argentinos fueron nacionalizados y en éste nuestro presente, han sido parcialmente otorgados en concesión privada en algunos sectores suburbanos, mientras la red ferroviaria nacional ha sido desmantelada hasta su casi total desaparición. El servicio que prestan los actuales concesionarios de las líneas ferroviarias es calamitoso, a pesar de disfrutar de suculentas subvenciones.

En un territorio como el argentino de condiciones ideales para el transporte ferroviario, por sus características de llanura y escasos obstáculos naturales, prácticamente se ha eliminado este medio de comunicación para pasajeros y cargas. Este hecho es demencial, sólo la ignorancia y la corrupción de un anterior gobierno nacional nefasto pudo llevar a la población argentina a sufrir semejante despojo. En condiciones menos favorables los ferrocarriles europeos muestran las ventajas que este transporte ofrece en distancias no superiores a los 400 kilómetros cuando la densidad de pasajeros lo justifica y en cuanto a las cargas, en un territorio extenso como el de los Estados Unidos de Norteamérica es el principal sistema, más rápido y económico.

Nuestro país necesita imprescindiblemente un plan ferroviario que no sólo revitalice la antigua red de rieles, teniendo en cuenta algunas de las recomendaciones que realizó el ingeniero Ortiz, aplique los adelantos técnicos que se han logrado en este tipo de transporte, y lo combine con la utilización del automotor en distancias cortas, complementando el ferroviario. El nuevo trazado
debería servir a la unión de las distintas regiones del país, eliminando el aislacionismo en que viven provincias y localidades sin vinculo entre sí, suprimiendo el famoso “embudo” que constituye la ciudad de Buenos Aires. Ésta por otra parte, perderá su condición de puerto marítimo dentro de pocas décadas por la acumulación del limo en suspensión que arrastran los ríos Paraná y Uruguay y se depositan en el estuario del Río de Plata obligando para permitir su acceso, al dragado permanente de canales.

Es el momento de mirar hacia las provincias del interior para desarrollar las economías regionales e incrementar la población de las mismas luchando contra el desierto, como proclamaba “un provinciano en Buenos Aires y porteño, en las provincias”. Para Ortiz la idea de “descentralizar no consiste en disgregar los grandes centros aun suponiendo que semejante tarea fuese posible, sino en llevar los beneficios de las ciudades a las aldeas y en definitiva al campo”

Hoy, más que nunca, en un mundo donde la palabra “globalización” parece constituir la llave de la felicidad de los pueblos, olvidando que todo es permanentemente contradictorio, conviene recordar las palabras que escribiera Mariano Moreno: “Los pueblos deben estar siempre atentos a la conservación de sus intereses y derechos, y no deben fiar sino de si mismos. El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse. Recibámoslo enhorabuena…pero miremos sus consejos con la mayor reserva, y no incurramos en el error de aquellos pueblos inocentes que se dejaron envolver en cadenas, en medio del embelesamiento que les habían producido los chiches y abalorios.”
[4]

La Argentina, sin dejar de integrarse al resto de los países extranjeros y en particular a aquellos que son sus vecinos, debe poner énfasis en la formulación de un plan ferroviario a mediano y largo plazo, dejando de lado las soluciones puntuales, que constituya una herramienta maestra para su desarrollo económico, desde luego sin recurrir a un simple criterio de rentabilidad financiera y económica, que en determinadas circunstancias podrá alcanzarse (densidad de cargas, cantidad de pasajeros, trazado de la línea, etc.). Un proyecto de esas características le permitiría al país lograr recuperar las condiciones de desarrollo y progreso que, en general, tuvo para beneficio de sus habitantes, en las primeras décadas del siglo XX. Una nueva diagramación de la estructura ferroviaria traería la postergada y ansiada integración regional.

Las palabras de Esteban Echeverría, escritas en 1847, serían realidad, alcanzar esa “edad de oro”, ciertamente no es una utopía en nuestro país, pues tiene todas las condiciones para lograrla, en la medida que se aúnen voluntades políticas y sociales con ese propósito.



[1] Esteban Echeverría. Obras completas (1951), t.1 p.305. Ed. Zamora.
[2] Ricardo M. Ortiz (1892-1960) se graduó de ingeniero civil en la UNBA en 1918, se desempeño en el Ministerio de obras Públicas y fue Rector de la Universidad de Bahía Blanca en 1948.
[3] “El ferrocarril en la economía argentina” (1958) 2da.edición. Ed. Cátedra Lisandro de la Torre.
[4] Mariano Moreno – (1961) Escritos políticos y económicos. Ed. Ocesa. p. 202.
EL PENSAMIENTO RACIONAL EN LOS PRE-SOCRÁTICOS.

¿Qué se entiende por pensamiento racional? Si nos referimos al origen etimológico, racional es lo que se vincula con la razón, la capacidad de relacionar el pensar con lo real, aquello exterior al hombre, aun cuando éste es parte de esa realidad. Racional es un pensamiento que se desarrolla tomando la razón como motor de la deducción o análisis, es racional aquello que se ajusta a un hecho o cosa comprobada, es enfocar un problema desde un punto de vista materialista.

Según la opinión de Hegel “la razón llegó a imponerse rechazando la fe nacida de la autoridad” y la religión.
[1]

Para Heráclito, nacido en Efeso, el pensamiento racional es el “ logos" (la palabra) aquello “que yo explico cuando percibo cada cosa según su naturaleza y declaro como ella se comporta”. En oposición, el pensamiento idealista es producto de las ideas forjadas por el hombre en su cerebro carentes de sustento en el entorno exterior a su ser.
[2]

Sin embargo, el pensamiento de Heráclito es posterior en el tiempo a los milesios y pitagóricos, quienes formularon las primeras premisas de un pensamiento racional desbrozado de los antiguos mitos y apoyado en los desarrollos sociales y económicos de siglos anteriores.

Pretender determinar la época precisa en la cual tuvo lugar la aparición del pensamiento racional entre los helenos, dice W. Jaeger, es tarea difícil. Sin duda ha sido consecuencia de un largo proceso iniciado durante el periodo arcaico del cual se tienen noticias a través del lenguaje poético, en particular la "epopeya homérica" que reunió los antiguos mitos religiosos traídos a la tierra y ubicados en la sociedad de los hombres. Su análisis mostraría como muy pronto el pensamiento racional penetra en el mito y comienza a influir en él". En este sentido, agrega, "debemos considerar la historia de la filosofía griega como el proceso de la progresiva racionalización de la concepción religiosa del mundo implícita en los mitos". Así en la "Teogonía" de Hesíodo se expresa la voluntad de observar los hechos según un "orden racional"
[3]

Desde luego sería ridículo suponer que la magia y los mitos fueron desterrados totalmente de la vida helénica, pero es indudable que se produjo un cambio fundamental en la búsqueda de soluciones a los problemas que debían afrontar

El raciocinio racional se comprueba observando que para los griegos en todo momento en su accionar tuvieron presente que los dioses no estaban ubicados en una esfera extra-terrena, sino que por el contrario se mezclaban con las vicisitudes humanas participando de sus amores y sus odios. Teodoro Gomperz
[4] con excelente criterio señala la ausencia de un clero organizado en la sociedad helénica, comparada con la de los egipcios y caldeos y este hecho constituyó una contingencia favorable para que aquellos desarrollaran un pensamiento racional, basado en la experiencia.

Dado que el pensamiento racional y dialéctico se originó particularmente en la sociedad griega del siglo VI a.n.e. sería preciso analizar su realidad social entendiendo a ésta como la síntesis de las condiciones políticas, económicas y culturales de una determinada época histórica sin olvidar la influencia del legado recibido de generaciones anteriores y la influencia de los pueblos a orillas del mar Mediterráneo.
[5]

Las teorías expuestas por los primeros pensadores griegos, los helenos asentados en las ciudades jónicas a orillas del mar Egeo y en sus islas, denominados "fisiólogos", se caracterizaron por sus observaciones acerca de la naturaleza. y son consideradas por algunos historiadores y filósofos como brillantes intuiciones, afirmación que ha sido motivo de debate.

Estas ideas en lugar de intuiciones afortunadas, o producto de un inexistente "milagro" griego, deben ser consideradas como consecuencia de la observación y análisis sistemático de la naturaleza, surgidas de necesidades concretas que requerían solución para lograr sobre todo la subsistencia y el mejoramiento de sus condiciones de vida, como lo demuestran entre otras sus deducciones geométricas y en la medicina. La tendencia innata de los jonios -grandes exploradores y observadores- hacia la investigación, sigue diciendo Jaeger los condujo a efectuar un análisis "teórico y causal" de los hechos del mundo real.

La opinión acerca de la génesis de la filosofía en el mar Egeo como el resultado de una circunstancia milagrosa, como sostiene F. M. Cornford, carece de validez en tanto deja de considerar diversos hechos concretos que invalidan esta proposición.
[6]

Una discusión exhaustiva, en cambio, llevaría a concluir que las especulaciones de los "fisiólogos" Tales, Anaximandro y Anaxímenes, de Mileto, y posteriormente Heráclito, Anaxágoras, Parménides, Demócrito, entre otros, se apartan de la sola observación para efectuar especulaciones teóricas, surgiendo como culminación de un proceso histórico resultado de factores sociales, económicos, políticos y culturales que contribuyeron a formar y modelar el pensamiento de los helenos.

En el ámbito de las ciencias contemporáneas, después que la filosofía y las ciencias naturales dejaron de convivir unidas, resultan notables las teorías pre-socráticas debido a la persistencia de los interrogantes que, aquellos pensadores, plantearon respecto a las "primeras causas". Los siglos transcurridos desde las especulaciones de los jonios a pesar de la enorme acumulación de información y observaciones brindadas por la investigación científica y la posterior indagación filosófica no ha logrado develar algunas de las incógnitas fundamentales que aun siguen pendientes de respuesta acerca de la génesis o principio del universo.

Esta conclusión no debería sorprender si se acepta que el cosmos, como alguno de ellos afirmaron, está en permanente desarrollo y cambio, lo cual conduciría a concluir que se debe desechar la existencia de verdades absolutas.

El desenvolvimiento de las sociedades se produce a través de saltos en el tiempo, es decir, carecen de un carácter lineal. Algunas de ellas quedan cristalizadas por su falta de evolución razón que permite a los antropólogos estudiar las denominadas sociedades primitivas.

Por cierto no es el caso de la sociedad griega que atravesó distintas etapas en su desarrollo desde su expansión hacia el Oriente (Jonia y las islas del Egeo) y luego por las orillas del Mediterráneo hasta las Columnas de Hércules, para luego llegar a su decadencia, como apunta Farrington "el período más original y creativo" griego transcurrió desde cerca del 600 a.c. hasta la muerte de Aristóteles en 322 a.c.
[7]

Dentro de este cuadro es preciso incluir el devenir de una forma de pensamiento elaborado a través de sucesivas etapas que vendrían a resultar la culminación de ese proceso socio-económico y político-cultural. Los hombres realizan su historia en procura de satisfacer sus necesidades en determinadas condiciones ajenas a su voluntad, por consiguiente existen límites para ésta, pero al mismo tiempo le otorgan posibilidades para conseguir sus objetivos.

Si se procura indagar acerca del origen del pensamiento racional en la evolución del hombre es preciso concordar, en primer lugar, que éste fue consecuencia de la observación de la naturaleza para resolver problemas concretos de alimentación y refugio contra el peligro, o buscar una explicación de aquellos fenómenos meteorológicos que afectan su supervivencia. Este propósito se estudiara a partir de la historia escrita conocida, pues la actividad del hombre primitivo es en principio producto de los estudios antropológicos y arqueológicos, el objeto de ella la realiza en su entorno, la naturaleza, para solucionar exclusivamente sus necesidades de sobre vivencia antes de interrogar sobre el origen y el devenir del cosmos.

El origen de ciertas palabras permite descubrir la relación entre la observación de las cosas y la necesidad de adaptarlas a las necesidades prácticas. Esta vinculación entre la experimentación para resolver problemas concretos y el pensamiento se puede encontrar en el origen de ciertos vocablos. En griego, el "sabio" (sophos) es en un principio un experto, entendido en un arte o técnica determinada y es en este sentido que Homero utiliza esta palabra.
[8]

El hombre, muy probablemente, "estuvo observando desde que apareció sobre la tierra", sostiene Heidel con verdad y los antiguos griegos buscaron explicaciones racionales acerca de aquello que observaban.
[9]

Aristóteles afirma, "todos los hombres, por naturaleza, desean conocer". El conocimiento en su opinión, comienza por las sensaciones, en particular, la sensación visual, sin embargo el valor más alto del conocimiento lo alcanza el hombre a través de la experiencia, la memoria acumulada, que lo conduce a la ciencia y a la técnica. El grado inmediatamente superior que orienta hacia un conocimiento más elevado, luego de la representación, se encuentra en el uso de la memoria que permite el desarrollo de la etapa siguiente, denominada experiencia. (Metafísica, 980, 25) Ésta es el resultado de la acumulación de las observaciones realizadas por el hombre en su permanente tarea (trabajo) para sobrevivir subordinando a la naturaleza a sus necesidades. La interpretación científica se irá desarrollando históricamente sobre la base de los conocimientos empíricos acumulados durante siglos.

Por este motivo, el Estagirita considera como sabio aquel que domina una téchne (técnica) o traducido en un sentido más amplio un arte. (Aristóteles, Metafísica 981a, 25) Su opinión desmiente aquella que sostiene que la filosofía, el amor a la sabiduría, consiste en la búsqueda del conocimiento puro, esta idea no puede ser considerada absoluta, pues es imposible separar la teoría de la práctica. Heráclito por su parte afirmaba, “los hombres que aman la filosofía deben ser buenos expertos en muchas cosas”. (Fragmento no.35)

El desarrollo del pensamiento racional, en el caso de los helenos, fue producto de una minoría dirigente a su vez, dedicada a la aplicación práctica de sus observaciones como se comprueba al recorrer la historia de la vida de los pre-socráticos, que lejos de ser científicos o pensadores teóricos como ocurrió en siglos posteriores, procuraban soluciones a los problemas concretos de su época. Ese pensamiento surge y se va desenvolviendo al mismo tiempo que tienen lugar significativos adelantos técnicos en diversos aspectos, como se verá más adelante, lo cual no impide que los mitos del pasado sigan persistiendo en la sociedad. Está contradicción se evidencia en los pitagóricos, quienes transformaron sus observaciones y experiencias acerca de los números y sus proporciones musicales en un culto religioso.

El pensamiento racional, tal como fue explicitado en diversos temas por los helenos es absolutamente original, en este sentido no pueden existir dudas al respecto y si bien se les atribuye el comienzo de la filosofía, ésta sólo puede ser considerada desde el aspecto etimológico de la palabra, "el amor por el conocimiento", pues en verdad los milesios se proponían conocer la naturaleza (physis) para utilizar los medios puestos a su alcance por ésta, a fin de mejorar sus condiciones de vida. Con esta finalidad indagaron acerca del origen de los fenómenos y de las cosas buscando una relación causal, para luego concluir en su aplicación a las diversas necesidades de su subsistencia.

En su avance en estos raciocinios buscaron definir las "causas primeras" que en el correr de los tiempos se agruparían en distintas disciplinas, tales como la cosmología entre otras, dando lugar en siglos posteriores a la especulación filosófica, la metafísica que, de acuerdo a Aristóteles era el "conocimiento de las causas y los primeros principios". (Metafísica, I,i)

En cuanto a lo que se conoce en la actualidad como "ciencia" ésta, en la más acertada acepción, consiste en el estudio de la naturaleza, formulando teorías que buscan explicar los fenómenos que ocurren en ella. La ciencia tiene su fundamento en la práctica social, pues la sociedad en su conjunto responde a sus necesidades en forma desorganizada, resolviendo en la medida de sus posibilidades las contradicciones que debe superar para subsistir. El hombre es producto de la contingencia y la necesidad, el conocimiento de ésta le permite alcanzar la libertad.

Farrington sostiene que los helenos realizaron avances notables que pueden ser clasificados en tres aspectos principales. El primero de ellos, asociado particularmente con los milesios es una nueva actitud para explicar los fenómenos de la naturaleza sin recurrir a la antigua mitología. En segundo lugar, el inicio de una rudimentaria experimentación, previa a la observación de los hechos y por último, una conexión "vital entre la filosofía natural y la técnica".
[10]

Los helenos durante los siglos VII y VI reunieron las enseñanzas provenientes de las civilizaciones orientales, dándole aplicación en tan diversos aspectos como la alfarería, escultura, erección de templos, tratamientos médicos y anatomía humana, explotación minera y en la astronomía aplicada a la navegación. En todos ellos impusieron un particular acento, que se resume en un desarrollo y un pensamiento racional.

Tenemos que concordar con Jacob C. Burckardt (1815-1897) uno de los primeros grandes historiadores del arte y la cultura, que afirmó: “Todo conocimiento objetivo del universo sigue urdiendo, hasta hoy, la tela que empezaron a tejer los griegos”.

[1] G.W.F.Hegel – Lecciones sobre la historia de la filosofía. (1995) F.C.E.
[2] Alfredo Llanos – Heráclito. (1994)Ed. Rescate .
[3] Werner Jäeger – Paideia (1946) México.
[4] Teodoro Gomperz - Los pensadores griegos. (1951).
[5] Los pre-socráticos no utilizaron la palabra dialéctica, derivada del griego dialetiké, que aparece recién en los escritos de Platón y Aristóteles.
[6] F.M.Cornford – The unwriting philosophy (1950) Cambridge.
[7] Benjamín Farrington – Greek Science (1953) London.
[8] Carlos García Cual – Los siete sabios (1956)
[9] William Heidel – La edad heroica de la ciencia (1946)
[10] Obra citada.

Sunday, September 24, 2006

PROTECCIONISMO Y LIBRE COMERCIO EN EL SIGLO XXI.


1. Adam Smith y el proteccionismo británico.
2. El carácter del proteccionismo norteamericano.
3. Tarifas proteccionistas o sistema de libre comercio
4. Los países en desarrollo y el libre comercio.


La discusión acerca del proteccionismo comercial e industrial es un problema económico que, lejos de haber sido superado por el tiempo, sigue vigente constituyendo un tema de debate de la actualidad. Por este motivo es interesante ocuparse de sus antecedentes históricos.

La contradicción entre proteccionismo y libre cambio tiene su origen en el desarrollo del capitalismo con la producción de mercaderías destinadas a ser vendidas en el mercado, mientras que durante la época feudal sucedía que, en general, los productos eran fabricados para satisfacer un pedido expreso del consumidor.

Durante el período de preponderancia del sistema mercantil, la riqueza económica se medía tomando en cuenta la acumulación efectuada en oro y plata. La protección contra la competencia de las manufacturas era realizada por los gremios feudales, quienes guardaban celosamente sus procesos de fabricación mediante severas reglas de ingreso a las fraternidades de maestros y aprendices.

El advenimiento de la mercancía, la cual carece de un comprador específico antes de ser ejecutada, produjo una expansión de la producción industrial en cantidad y calidad, desconocidas anteriormente en la historia del hombre, como consecuencia de las mejoras tecnológicas y la expansión de los mercados a nivel mundial debido a los adelantos técnicos en los medios de transporte marítimo, tal el caso de la aplicación de la máquina a vapor a las embarcaciones.

Los países con capacidad técnica para producir artículos manufacturados se aplicaron, entonces, a proteger sus industrias mediante la aplicación de restricciones a la importación de productos extranjeros, a fin de asegurar para sí, su mercado interno.

Al mismo tiempo, con el objeto de colocar sus excedentes, una vez satisfechas sus necesidades internas, predicaban el libre comercio para vender sus productos a países extranjeros, en muchos casos mediante la aplicación de precios de venta inferiores al costo de fabricación del producto.

1. Adam Smith y el proteccionismo británico.


Adam Smith (1723-1790), el más destacado propulsor del liberalismo comercial y defensor del libre cambio entre las naciones, en beneficio de las industrias de su país, sin embargo, admite recurrir al proteccionismo cuando se presentan tres situaciones específicas en las condiciones políticas y económicas de la sociedad.

En su famoso tratado La riqueza de las naciones sostiene claramente que deben adoptarse medidas proteccionistas en los casos siguientes:
1. cuando una industria en particular es necesaria para la soberanía del país.
2. si se requiere la protección de aquellas manufacturas útiles para proporcionar ocupación a una importante cantidad de habitantes.
3. si resulta ventajoso imponer gravámenes sobre los extranjeros para alentar la industria doméstica, conviene entonces que el gobierno aplique un impuesto sobre estas producciones.

Al hacerse eco de las opiniones de otros sectores de la economía británica defensoras del libre comercio, A. Smith dice que esta limitación a la importación, debe ser impuesta sobre todas las mercaderías extranjeras que entran en competencia con cualquier objeto que es producido por la industria doméstica. Sobre todo, agrega, si se trata de mercancías de primera necesidad.

Estos argumentos muestran que las ideas de A. Smith relativas a la defensa del librecambio variaban de acuerdo a las necesidades de su país y se adaptaban a las particulares circunstancias políticas y económicas.

Por otra parte, todos los países europeos en el siglo XVIII, utilizaron el proteccionismo como instrumento económico destinado a defender sus producciones e impedir la penetración de mercaderías del exterior que fueran competitivas con aquellas que se producían localmente.

2. El carácter del proteccionismo norteamericano.

Es un lugar común aceptar que la política económica tradicional de los Estados Unidos ha sido a favor del librecambio. Es esta una afirmación simplista que no se ajusta a verdad, pues a lo largo de toda la existencia de esa nación, tuvo necesariamente que adoptar diversas soluciones económicas para resolver diferentes problemas.

En particular, en el período comprendido entre los años 1789 a 1862, resulta imposible pretender que el librecambio haya sido la política seguida por sus gobernantes. En 1801, Tomas Jefferson, al inaugurar su gobierno pretendía reducir la intervención del estado en las actividades de los ciudadanos, sin embargo, durante su administración se aplicaron impuestos para cancelar la deuda originada en la guerra de la independencia, que no fueron suprimidos cuando esta fue pagada. En su segunda administración, las recaudaciones del gobierno provenientes principalmente de las tarifas aduaneras fueron incrementadas, para ser aplicadas al mejoramiento en tiempos de paz, a los ríos, canales, caminos, artes, manufacturas, educación y otros objetivos dentro del Estado.

Opuesto a la ideas de Hamilton, que propugnaba el proteccionismo, consideraba que la política económica de éste excedía los poderes delegados al gobierno central por los estados y además, era partidario del desarrollo agrícola del país en lugar de poner énfasis en las manufacturas.

Halmiton, en cambio, consideraba que si los productos extranjeros eran prohibidos, aquellos producidos en el país serían forzados a circular internamente con lo cual se favorecería la economía nacional. A pesar de los ataques que sufrió su política, debido a los intereses opuestos a la misma, ésta pudo ser impuesta y su carácter autárquico fue aceptado por los norteamericanos. La acción de gobierno destinada, principalmente, a alentar el crecimiento interno fue mantenida con gran energía a pesar de su considerable costo.

En su “Informe acerca de las Manufacturas”, el más largo, más complejo y más perspicaz de todos sus escritos propuso ayudar a las industrias poco desarrolladas mediante leyes proteccionistas. Su idea general era que, el beneficio de la mayoría requería el adelanto de las manufacturas y el gobierno federal estaba obligado a dirigir la economía hacía ese objetivo. En la redacción del informe se apoyó en las ideas económicas de Adam Smith, pero dejó de lado el argumento del laisse-faire, según el cual el Estado no debía intervenir en los procesos de la economía.

Aquellos que se oponían a favorecer el adelanto de la industria argumentaban que la agricultura era el recurso natural más conveniente para el país teniendo en cuenta su fértil territorio. El empleo de capital y trabajo en el cultivo de la tierra otorgaría una riqueza sólida al país.

Los opositores a la protección de las manufacturas mediante restricciones y tarifas aduaneras argumentaban que se establecería un monopolio que al favorecer algunas personas resultaría en el sacrificio de las restantes clases norteamericanas. Era preferible comprar las manufacturas del exterior, las cuales serían obtenidas a mejores precios y con mejores condiciones de venta.

Halmiton reconocía que estos argumentos eran razonables, no pudiendo dejar de ser tenidos en cuenta, pero por otra parte era preciso analizar los motivos que hacían recomendable favorecer el desarrollo de las manufacturas. En este sentido se apoya en Adam Smith, pero tiene en cuenta que este señala que el proteccionismo debía aplicarse cuando estuviera en juego la soberanía de la nación y en aquellos otros casos, en que debiera preservarse la posibilidad de dar trabajo a los habitantes.

El cultivo de la tierra, continúa, es una necesidad primaria indiscutible para la subsistencia nacional, pero no podía aceptarse que ésta fuera exclusivamente la única ocupación de los habitantes. Algunos habían sostenido que la agricultura era la actividad más productiva, sin embargo, este razonamiento no estaba suficientemente probado por los hechos y los cálculos económicos.

En el año 1845, en su carácter de Secretario del Tesoro, Roberto J. Walter emitió un informe respecto a las tarifas proteccionistas, destinado a ser presente al Congreso norteamericano. Éste resulta de interés porque expone la posición de un funcionario opuesto a las medidas restrictivas al comercio, por lo cual propone diversas modificaciones en el sistema vigente.

Walter expresa con toda rudeza que “La tarifa presente es injusta e inequitativa, tanto en sus detalles como en los principios sobre los cuales se ha basado. En algunos artículos los impuestos son prohibitivos y en otros la prohibición es parcial.”

En otro lugar de su informe se refiere a aspectos de la aplicación de las tarifas proteccionistas sobre diversas manufacturas para protestar por la injusticia que implican para diversos sectores de la sociedad norteamericana. En este sentido, en su afán de atacar el proteccionismo industrial, señala el aspecto cuantitativo de este gravamen, dice: “Al menos los dos tercios de los impuestos aplicados por la tarifa actual se pagan, no al Tesoro, sino a las clases protegidas. Las recaudaciones por impuestos del año pasado excedieron 27 millones. Esto, en si mismo, es un impuesto elevado; pero el importe total aplicado a la gente por la tarifa no es menos de 81 millones, es decir, veintisiete pagado al gobierno sobre las importaciones y cincuenta y cuatro a las clases protegidas por el aumento de los precios de los artículos domésticos.”

Los impuestos, por consiguiente, tenían el solo carácter de recaudar recursos para el gobierno. En su opinión si las tarifas aduaneras eran reducidas, Inglaterra suprimiría las Corn Laws, que protegían su agricultura. Esta declaración permite comprobar que en 1845, la gran Bretaña mantenía tarifas proteccionistas para la agricultura, no obstante sus ampulosas declaraciones acerca de los beneficios del librecambio, que en realidad solo tenían por objeto facilitar la exportación de sus productos manufacturados.

3. Tarifas proteccionistas o sistema de libre comercio.

En el Río de la Plata durante la época colonial los comerciantes españoles ligados al monopolio mercantilista se negaban a autorizar la libertad de comercio, que por supuesto no resultaba conveniente para sus intereses particulares, mientras los hacendados, dueños de estancias donde criaban su ganado propugnaban la libre exportación de los productos pecuarios, fueron estos, principalmente, cueros secos y salados, astas, sebo y lana.

Manuel Belgrano en su carácter de secretario del Real Consulado destinado a regular el comercio y la actividad económica, en sus famosas memorias proponiendo medidas destinadas a fomentar el desarrollo de las actividades agrícolas, siguiendo las ideas fisiocráticas, como también, las pecuarias y el comercio en uno de estos documentos, escrito en 1802, proponía el establecimiento de Fábricas de Curtiembres, pues, en su opinión, “Todas las Naciones cultas se esmeran en que sus materias primeras no salgan de sus estados a manufacturarse, y todo su empeño es conseguir, no solo el darles nueva forma, sino aun atraer las del Extranjero para ejecutar lo mismo y después vendérselas…” y agregaba, “pues nadie ignora que la nueva coordinación, que se le da a la materia primera, le da un valor en mucho excedente al que tiene sin aquella el cual queda en poder de la Nación que la manufactura, y mantiene, a infinitas clases del estado….”

En un artículo publicado en el Correo de Comercio (1810), atribuido a Belgrano se señalaba la conveniencia de industrializar las materias primas del país y en este sentido decía: “El modo más ventajoso de exportar las producciones superfluas de la tierra, es ponerlas antes en obra, o manufacturarlas” y en otro de los aspectos conducentes al mismo fin se señalaba que “La importación de mercaderías que impiden el consumo de las del país, o que perjudican al progreso de sus manufacturas y de su cultivo, lleva tras sí necesariamente la ruina de una nación”.

Es evidente que las ideas de Adam Smith eran bien conocidas por el vocal de la Primera Junta de Mayo y veía la necesidad de aplicar sus ideas para lograr la independencia económica del monopolio español y contribuir al beneficio y bienestar de los pueblos americanos.

4. Los países en desarrollo y el libre comercio.

Han pasado dos siglos desde los escritos de Belgrano y los llamados países en desarrollo, por oposición a los denominados países con economías avanzadas, gracias los adelantos de la ciencia y la tecnología, se enfrentan al mismo problema. Son proveedores de materias primas a las potencias mundiales, a pesar de tener éstas un menor número de habitantes y de recursos naturales y ejercer un monopolio, ya no comercial o industrial, sino financiero. En ciertos casos, aun el dilema es más contradictorio, haciendo uso de su poderío comercial, industrial y financiero, subsidian a sus producciones agrícolas o aquellas producciones que consideran necesarias para mantener la ocupación laboral de sus poblaciones.

Los países del “primer mundo” han creado organismos multinacionales destinados a mantener su hegemonía creando organismos multinacionales y promueven la celebración de tratados, supuestamente destinados a facilitar el comercio y mejorar las condiciones económicas de los países dependientes de sus hegemonías financieras. Promueven así los tratados denominados ALCA (Alianza para el libre comercio americano) o TLC (Tratado de libre comercio) en los cuales mantienen su posición hegemónica económica y financiera sin renunciar a sus tarifas proteccionistas, cupos de importación y otras medidas aduaneras y financieras que protejan a sus producciones.

¿Cuál debe ser la respuesta para cambiar esta situación, que agobia a millones de habitantes de este planeta? La respuesta parece obvia, es tener en cuenta los principios difundidos por Adam Smith, promover el libre comercio, para hacer que las materias primas sean manufacturadas en los países que disponen de ellas, para dar trabajo y posibilidad de subsistencia a sus habitantes y segundo, proteger las que resulten convenientes y adecuadas al mantenimiento de la soberanía del país. Por consiguiente las propuestas de los países del “primer mundo” deben ser rechazadas, a menos que admitan cláusulas tales como las propuestas por Adam Smith, permitir la industrialización de las materias primas en sus lugares de origen y adquirir las mismas, sin imponer medidas proteccionistas por ejemplo de cuotas de importación, destinadas a mantener sus producciones anti-económicas y aceptar que, aquellas producciones vitales a la soberanía de cada país sean respetadas.

La Gran Bretaña durante el siglo XIX distribuyó las mercancías de su revolución industrial dominando el comercio mundial. Éste dominio provocó la reacción de los países continentales europeos, con industrias menos competitivas, que procuraron establecer políticas económicas proteccionistas para detener la expansión británica.

Esta competencia condujo a la primera guerra mundial tal como había sido previsto por Federico Engels, pocos años antes de su fallecimiento. Terminado el conflicto bélico la Gran Bretaña se encontró debilitada económicamente, mientras los Estados Unidos, que habían intervenido en la fase final del conflicto comenzaron a sustituir a los capitales ingleses y otros europeos en diversas regiones del mundo. Al termino de la guerra, además de la competencia capitalista de los países industrializados, el nacimiento de la Unión Soviética introdujo un nuevo factor de conflicto que buscó la alianza de los capitales nacionales, principalmente británicos, franceses y norteamericanos que veían en ésta una amenaza a sus intereses.

Finalizada la segunda guerra mundial el capitalismo industrial para resolver sus contradicciones nacionales evolucionó hacia la integración de capitales y su transformación en un capitalismo financiero, proceso que había comenzado después de la primera guerra. De esta manera el capitalismo superaba la competencia entre los países más industrializados adoptando otra estructura que le permitía concentrar su poderío frente al creciente desarrollo de sus contradicciones internas, que daban prioridad al aumento de la rentabilidad, impidiendo el traslado de los adelantos técnicos y científicos a la mayoría de la población.

La denominada globalización resulta ser la extensión del capitalismo bajo una nueva forma, financiero, carente de banderas nacionales superando la contradicción que la obligaba a un permanente conflicto político y militar. La Unión Europea es la solución a ese conflicto para los capitales financieros que dominan el mercado europeo. La nueva contradicción ocurre ahora en la oposición de una clase capitalista cada día más enriquecida mientras los trabajadores, aun los de los países más adelantados económicamente, ven reducidos sus salarios y sus posibilidades de subsistencia al aumentar la desocupación.


Juan Carlos Nicolau
Junio 2006.

















Monday, September 04, 2006

Juan Carlos NICOLAU


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