HÉLADE

Name:

LIBROS PUBLICADOS. 1.1968 -Antecedentes para H. de la Industria Argentina .2.1975 -Industria Argentina y Aduana 1835-1854 .3.1977 -Dorrego Gobernador. Economía y Finanzas 1826-27 .4.1980 -Rosas y García. La economía bonaerense 1829-35 .5.1988 -La reforma económica financiera en la Prov. de Bs. As .6.1990 -Correspondencia inédita. Rosas y Paris .7. 1995 -Proteccionismo y Libre Comercio en Bs. As. 1810-1850 .8.1998 -Pedro Andres García 1758-1833 .9.2005 -Ciencia y Técnica en Bs. As 1800-1860 .10.Historia Soc.Cientifica Argentina en el S.XIX (2002) .11.El humanismo en la obra de A.Llanos (2006).12. Manuel José Garcia (1784-1848) - Editorial Historica. Pierrot (2008).

Sunday, June 13, 2010

ENRIQUE DEL VALLE IBERLUCEA. Primer senador socialista argentino.

La memoria de quien fuera el primer senador socialista argentino permanece relegada en el olvido quizá, por su prematuro fallecimiento, a la edad de 44 años, en 1921, poco después de ser desaforado en el Senado de la Nación por su apoyo a la IIIa Internacional Comunista, actitud que poco antes también había rechazado el congreso de su partido reunido en la ciudad de Bahía Blanca. Durante su breve vida realizó una labor política, educativa e intelectual que, por cierto, merecería mayor reconocimiento de la sociedad argentina, particularmente en épocas de crisis cuando el futuro asoma incierto.

Humanista, político, legislador y orador notable del Valle Iberlucea careció del tiempo necesario para expresar con mayor amplitud su pensamiento en un libro orgánico destinado a este propósito, pero su actividad publica quedo diseminada en múltiples conferencias, proyectos parlamentarios, documentos jurídicos, ensayos y artículos periodísticos.

En su trayectoria se destaca por su condición de político revolucionario sin fisuras, correctamente ubicado en las condiciones objetivas en las cuales debió actuar para defender el interés social y económico del proletariado. Fue un hombre de acción, sin que esta circunstancia disminuya su notable labor como catedrático universitario, su actuación legislativa y su conocimiento jurídico, expuestos en un extenso número de proyectos de ley, en sus trabajos históricos y sus discursos parlamentarios preñados de ideas. En todas estas tareas se destaca su personalidad de gran humanista, lejos del intelectual refugiado en una torre de marfil.

Las críticas que recibió de aquellos que estudiaron posteriormente su accionar político olvidan las circunstancias de tiempo y lugar que le dieron origen, mientras otros en cambio elogiaron su desempeño partidario y sus ideas. Carlos Sánchez Viamonte (1892-1972) en el prologo al libro que reproduce los artículos y discursos mas significativos de su labor política entre 1917 y 1921, manifestó “es su vida un ejemplo inobjetable de sinceridad y dignidad, aún para aquellos que niegan acierto en su conducta ideológica”. (LRR 1934, 11). A pesar de las objeciones, todos, estuvieron de acuerdo en reconocer su indudable conocimiento de la teoría marxista y su defensa incondicional de los derechos de los trabajadores.

Benito Marianetti señaló, “Su trayectoria política fue la de una conciencia honrada” (Marianetti 1972) mientras Emilio J. Corbiére, enfatizó que “representó en el socialismo argentino a la corriente doctrinaria y política vinculada al marxismo.” (Corbiére 1987)

Emilio Frugoni, que estudió la historia y los fundamentos del socialismo desde sus primeras raíces, se refiere a la personalidad del Valle Iberlucea como una "vigorosa inteligencia y vasta ilustración", considerando que sus ideas representan "una adhesión casi absoluta al marxismo ortodoxo, y luego una afinidad de fondo con el comunismo soviético", opinión con la cual es difícil disentir a poco que se analice su accionar político e intelectual. (Frugoni 1947, II 291)

Mantuvo discrepancias con los compañeros de su partido, sin duda, por el detenido estudio que realizó de los trabajos de los luchadores por el socialismo a lo largo de todos los tiempos y, en particular de las obras relacionadas con el materialismo histórico.

Si bien es verdad que, en su momento atribuyó, importancia al medio geográfico y a la raza en el desarrollo social, tal como fue sostenido en su época por muchos pensadores, no es menos cierto que del Valle Iberlucea puso énfasis en la capacidad del trabajo para modificar las condiciones sociales del hombre, como se comprueba a lo largo de su historia, argumento que lo aleja de aquellos que pretenden observar en su pensamiento un determinismo económico estricto. En su artículo acerca de la industrialización en la Argentina se aparta de esa opinión al sostener que los obreros deben adquirir conciencia de su clase para poder avanzar en la transformación de la sociedad.

Cuando se encontró en minoría en el Congreso de Bahía Blanca con su propuesta de incorporación a la IIIa. Internacional, la posibilidad de su renuncia a su condición de afiliado al Partido Socialista, al cual había dedicado los mejores años de su juventud, probablemente no la concretó debido a su precario estado de salud, pese a ello luchó hasta el último minuto por las convicciones de toda su vida. En plena madurez, cuando no es utópico pensar que su labor política podía dar grandes frutos al país, el destino fue ingrato con su persona.

El análisis en detalle de su vivir comienza por ubicar la situación política del país de origen de sus padres, España, lugar donde nació. Luego su traslado a un espacio geográfico donde desarrolló parte de su niñez y sus estudios secundarios, para posteriormente dar a conocer su labor en la defensa de los derechos civiles y sindicales, su actividad periodística, sus escritos acerca de la historia argentina, su desempeño como legislador en el Senado de la Nación, en particular, sus importantes trabajos acerca de la teoría y la práctica del socialismo en su país de adopción al cual dedicó toda su energía.

Para mejor interpretar su pensamiento y su acción política y social es necesario explorar los escenarios de la época en la cuales vivió su padre, y los motivos que le llevaron a emigrar de España, que a su vez dejaron huella en su hijo. Andando los años, éste tenía un aspecto físico atractivo, pulcro, de frente amplia, largos bigotes según el estilo de la época, ojos oscuros de mirar firme. Ramón Columba, como taquígrafo del Congreso Nacional, elogió su voz "de timbre sonoro y dicción perfecta", lo cual le permitió ser un orador de mérito, en todas las tribunas y en la cátedra donde expuso su pensamiento con "verbo fino, elegante y sugestivo".

En una entrevista realizada por la revista Atlántida, el año de su deceso, el periodista señala que su presencia llama a evocar a los hombres que “honraron la tribuna, la cátedra y el libro” y “el espíritu austero de Joaquín Costa (1846-1911), el valiente de Aristóbulo del Valle (1845-1896), el magnifico de León Gambetta (1838-1882)”. (LRR 1934,145)

Enrique del Valle Iberlucea merece el respeto de las generaciones argentinas como ejemplo de una labor humanista y política, aunque es triste reconocer que hoy apenas se recuerda su extraordinaria labor para lograr suprimir la alienación del hombre en la sociedad capitalista.

El diario “La Nación” en su edición del día 31, día posterior a su deceso, comentó que su vida había sido la de “una batallador tenaz, ardiente”. Se había destacado como un “infatigable propagandista de su causa”, consecuente con principios que a veces divergían de la opinión predominante en el seno de su partido. Sus opiniones se habían radicalizado cobrando un contenido más revolucionario, llegando a cuestionar el sistema parlamentario.

La elogiosa nota del matutino porteño hacia notar que, aparte de su actuación partidista “era un estudiosos y un catedrático distinguido que ponía en las tareas de investigación y de la enseñanza un encomiable celo”. Por otra parte, destacaba la difusión que había realizado de los principios feministas con los cuales siempre había estado empeñado.

Saturday, May 09, 2009

EL CAPITALISMO AGONIZA

Introducción

Las contradicciones del capitalismo económico y financiero, sin duda, se encuentran en una etapa de agonía cuya superación lo conducirán a su desaparición como sistema de vinculación entre productores y consumidores. La mercancía, esa creación de la Revolución Industrial, continuará vigente, pero deberá subordinarse a las necesidades de la sociedad y dejar de ser un medio de enriquecimeinto de aquellos que detentan los medios de producción y se apropian de la plusvalía generada por el trabajor, cualquiera sea el carácter de éste.
Un pensador germano afirmó que lo real es racional, siguiendo este razonamiento Engels aplicando el método dialéctico señaló que lo que es racional en la cabeza del hombre deviene real.
Todas las criticas que se han formulado al sistema económico capitalista, desde distintos ámbitos coinciden en señalar su carencia de racionalidad.. El incremento de la brecha entre los desposeidos de todo, incluso la posibilidad de alimentarse, y las clases privilegiadas; el estado de guerra permanente en diferentes regiones por motivos económicos (petróleo y otras materias primas); la explotación de los recursos naturales basados en el incremento de los beneficios del capital que las promueve; la difusión de las drogas por bandas organizadas que imponen su voluntad de enriquecimiento a los Estados; el elevado costo de los medicamentos sin control por parte de las autoridades y la fabricación de armas por las principales potencias mundiales, que las diseminan por todas las regiones del planeta terrestre. son pruebas irrefutables de la iracionalidad que rige al sistema capitalista monopólico cuyo único propósito es aumentar sin límites las ganancias de sus operaciones.
Joseph Stiglitz, premio Nobel 2001, ha declarado recientemente que “esta forma de organización económica no es sustentable”, en consecuencia, es racional que el sistema económico imperialista deje de existir.

.
La historia del hombre y la evolución del capitalismo

El transcurrir de la historia del hombre ha sido un perpetuo movimiento, éste lo conduce a la conquista de su libertad mediante “la astucia de la razón”. Para Hegel, la Historia comenzó en Oriente, se trasladó a Grecia en Occidente y su futuro estaba en América. Mirada con esta perspectiva se puede inferir que completado el ciclo de Oeste a Este, la Historia vuelve a recorrer el antiguo camino, esta vez comenzando desde China e India, abarcando a todos los países involucrados en la denominada globalización, referida ésta a los intercambios comerciales, financieros y tecnológicos.
Pero los ciclos históricos no son procesos sin solución de continuidad, por el contrario están sujetos a permanentes altibajos, avances y retrocesos que, por su carácter, dificultan predecir su curso y su destino final.
Algunos acontecimientos puntuales, como la crisis financiera actual, impresionan sugiriendo el comienzo o el fin de una época, tal como atribuir la caida del Imperio Romano al comienzo del feudalismo, cuando en verdad los cambios más significativos en la historia son procesos tortuosos y de prolongada duración en el tiempo. Lo mismo ocurre con las épocas revolucionarias donde todos los valores precedentes, sean estos económicos, políticos o culturales abarcan extensos períodos, como sucedió en el transcurso de las revoluciones inglesa, francesa y rusa que tienen en común la abolición de las monarquías absolutas.
El descubrimiento de América en 1492, constituyó un paso fundamental para el desarrollo de la denominada globalización que, dentro de notorias falencias y desiguldades en distintos áspectos, implica otro de los problemas cuya problemática está lejos de haber sido resuelta. Este proceso ha sido posible gracias el extraordinario desarrollo de la ciencia y la técnica durante el siglo XX siendo su ejemplo paradigmático la exploración del espacio extraterrestre.
En el siglo precedente, la Gran Bretaña, debido a la Revolución Industrial dominó prácticamente todo el mundo e impuso a éste sus mercancias a cambio de materias primas y trabajo asalariado. El capital financiero e imperialista sustituyó la antigua concepción del capitalismo comercial, basado en la acumulación de oro y plata.
Para mantener y expandir la hegemonía del capitalismo, durante el siglo XX, fueron necesarias dos guerras mundiales, mientras contemporáneamente se lograba evitar que la rebelión y lucha permanente de los asalaridos, cuyo unico capital es su fuerza de trabajo, destruyeran el sistema.

La crisis globalizada

En nuestros días asistimos a una crisis económica y financiera que, por cierto, no constituye un hecho aislado en la actual situación mundial y se agrega a los factores de irracionalidad mencionados precedentemente y a la cual se quiere adjudicar las consecuencias del desorden que conmueve al mundo en su totalidad. Enfatizar sólo este factor el anárquico transcurrir actual de la vida del hombre en su conjunto es un error.
El problema, sin duda, es más complejo ya que presenta áspectos ligados a toda la actividad humana, pues también estan en crisis aguda: la hegemonía mundial militar pretendida por el estado norteamericano, el ejercicio de la democracia representativa, la organización de los partidos políticos, las migraciones de poblaciones, los valores culturales con la difusión de la droga y la prostitución a todo nivel, entre tantos otros problemas que podrían agregarse a esta enumeración.
En nuestros días la finalidad última del capitalismo financiero es persistir en la acumulación de ganancias, sin tomar en consideración ningun impedimento racional: así la venta de armamentos constituye la principal actividad del complejo militar norteamericano y sus aliados (ingleses, franceses y otros). El desarrollo y producción de nuevas armas y dispositivos de ataque y defensa es un monopolio de las llamadas grandes potencias, que revenden sus elementos obsoletos a las naciones dependientes, el comercio de la droga a nivel mundial se argumenta que no puede ser eliminado mientras se ataca su producción en países marginales, mientras no se destruyen con medidas eficaces los mercados consumidores, que se encuentran ubicados en los países con mejores condiciones económicas; los precios de los medicamentos carecen de todo tipo de regulación y los laboratorios productores constituyen empresas altamente redituables económicamente.
Mientras la ciencia y la tecnología estan en condiciones de eliminar el hambre en el mundo, los estados que explotan las antiguas colonias disfrazan sus actitudes tendientes a resolver el problema en conferencias y declaraciones altisonantes, sin ningún contenido práctico y efectivo para eliminar el problema que se hace presente en las migraciones de grupos humanos en condiciones degradantes.
Los grupos intelectuales, a nivel mundial, como los cientificos y técnicos, y los dirigentes políticos de la “democracia representativa” lanzan insustanciales declaraciones para denunciar los hechos a todo nivel y en todo el mundo mientras estos últimos son instrumentos de la corrupción y el delito en el seno de la sociedad.

La agonía del capitalismo

La descripción de esta situación explica porque “el libre juego de los mercados” ha conducido a la agonía del capitalismo.
Este sistema económico debe dejar paso a una sociedad organizada sobre fundamentos diferentes, la cual podrá utilizar los avances de la ciencia y la técnica para lograr el bienestar del hombre. Una sociedad estructurada sobre estas bases será racional. Dejará de constituir un medio de destrucción y muerte por un lado, y tener como único propósito el incrementar la riqueza material de una minoria.
La historia no se repite, pero deja señales de su recorrido, asi se puede apreciar en una mirada restropectiva que la próxima revolución será producto de nuevas condiciones socio-económicas que tendrá como actores, a áquellos que nada tienen que perder, porque carecen de lo indispensable y se les niega el derecho a vivir, entonces tomarán el futuro en sus manos para desterrar el capitalismo económico-financiero vigente y estructurarán una nueva sociedad humana que libere al hombre de su alienación.

Tuesday, August 26, 2008

EL BICENTENARIO ARGENTINO, ENTRE REVOLUCIONES Y FUSTRACIONES.

La celebración del Bicentenario Argentino, tomando éste como nacimiento de la nacionalidad, debería considerar como fecha de partida la invasión de Buenos Aires, en el Río de la Plata por Gran Bretaña, en 1806/1807, ya que ésta, al decir de Esteban Echeverría puso “forzosamente las armas en manos de los “criollos”, les revelaron su fuerza y les infundieron el orgullo de vencedores”
[1] tomando conciencia de su realidad política. En buena medida la denominada Revolución de Mayo fue la culminación de aquel suceso, iniciando el trayecto hacia la independencia.

La historia argentina como nación, reciente y lejana, a la vez, está pavimentada de profundos desaciertos producto de divergencias internas, políticas, sociales, económicas y culturales. Joaquín V. González señaló con referencia al primer centenario “la pasión de partido, las querellas domésticas, los odios de fracción, la ambición de gobierno o de predominio personal constituyen una de las fuerzas permanentes…”
[2] Los frutos cosechados han sido y son la destrucción de las instituciones civiles, el exilio y la muerte de los ciudadanos opositores en cada circunstancia.

Tomando partido alternativamente como porteños o provincianos, unitarios o federales, librecambistas o proteccionistas, nacionalistas o extranjerizantes, siempre se asumen posiciones tajantes donde no hay resquicio para la ecuanimidad, para el balance de opiniones. La pasión es llevada hasta los últimos extremos y la ceguera es total.

En la dicotomia porteños-provincianos resulta interesante destacar que la mayoría de los presidentes han sido provincianos y el Congreso Nacional, obviamente, tiene mayoría de senadores y diputados de ese origen, sin embargo, llegados a ejercer sus mandatos eludieron profundizar medidas favorables a sus provincias y los que ejercieron el poder ejecutivo nacional fueron proclives a sostener políticas contrarias a mejorar y acentuar el carácter federal de sus decisiones políticas, se mimetizaron como porteños olvidando sus origenes provincianos.

Luego de la declaración de la independencia, es posible sostener haber librado escasas guerras con los países limítrofes, esta circunstancia le otorga patente de país pacifista. Los argentinos dicen muy ufanos que sus diferencias con sus vecinos las han resuelto por la conciliación y el arbritraje. Es verdad, pero por incapacidad diplomatica, ésta no ha brindado grandes éxitos para evitar el desmenbramiento del territorio colonizado por los españoles.

Ese mentado pacifismo, uno de los tantos mitos argentinos, desaparece cuando se observa lo ocurrido en el desenvolvimiento de las instituciones civiles. La política interior argentina es una muestra horrenda de sangre y luto desde el origen de la nacionalidad. Para el vencido nunca hubo misericordia. El exilio sin posibilidades de retorno, o la muerte. Se puede dudar que existan países que hayan repatriado tantos restos de hombres ilustres.

Los argentinos son violentos. Carecen de virtudes para resolver sus problemas sociales con civilidad, con urbanidad, con mesura. Los hechos históricos lo demuestran.

Poco tiempo después de constituida la Junta de Mayo, para reemplazar el poder colonial, el 5 de abril de 1811, se produjó la primera revuelta o “asonada” contra el gobierno;
[3] en octubre del año siguiente, una revolución militar encabezada por San Martín, Zapiola y Alvear depuso a las autoridades vigentes; el 30 de enero de 1815, el ejército del Norte se rebela contra el Director Supremo y el ejército comandado por Alvarez Thomas en Fontezuelas lo derrota y destituye al frente del Directorio.

Con el propósito de no agobiar al lector, basta recordar brevemente que el gobernador Manuel Dorrego, elegido por la Sala de Representantes, que detentaba el poder real, fue fusilado,
[4] sin juicio previo ni acusación, por Juan Galo de Lavalle, y Juan Manuel de Rosas, reiteradamente avalado en su cargo de gobernador por los Representantes fue depuesto por el federal Justo José de Urquiza, en la denominada batalla de Caseros. Sucesos históricos que denuncian el reiterado abandono del ejercicio de la democracia.

En todas o casi todas las sublevaciones contra el poder ejecutivo establecido en consonancia con las reglas vigentes en cada época, si bien los militares constituyeron el instrumento de acción, detrás de estos se movieron intereses politicos y económicos representados por civiles, moviéndose sin exposición pública.

En resumen, luego de un siglo (1810-1910) los argentinos llegaron a formalizar una nación mediante la guerra de la independencia y sucesivas guerras civiles, quizá más cruentas que aquella, que ocuparon la mayor parte de este período, llegando finalmente a redactar una constitución nacional, bajo el sistema federal en la letra, pero unitaria en su concreción en multiples hechos posteriores. Sarmiento señaló esta dicotomía diciendo: “soy porteño en las provincias y provinciano en la capital”.

No es por accidente que después de Mayo transcurrió medio siglo, para lograr acordar en una Constitución y debieron transcurrir treinta años más, para definir una ciudad Capital de la República, donde debía recidir el Poder Ejecutivo Nacional. En el debate promovido en el Congreso Nacional sobre esta importante decisión, en el año 1880, Leandro N. Alem señaló “la suerte de la República Argentina quedará librada a la voluntad y a las pasiones del Jefe del Ejecutivo Nacional” y agregó. “Aquí vendrán, se ha dicho, todos los hombres distinguidos de todas las Provincias. No lo dudo, aquí vendrán todos los que valgan y todos los que aspiren, privando a sus respectivas localidades de su eficaz colaboración,a vivir del favor oficial y a corromperse. Aquí estará todo el brillo, toda la riqueza, todo el talento, toda la luz –y después miremos un momento en torno de la República- ¿Qué quedará?
[5]

El tiempo transcurrido demostró ser un grave error al haber elegido esa ubicación geográfica, que daba espaldas al país en su mayor parte, para mirar desde Buenos Aires a Europa. De más está decir que la lógica ubicación del gobierno nacional debió de ser elegido en un lugar central que facilitara el acceso a todos los habitantes de sus diferentes regiones.

La Vieja Aldea y sus hombres fueron sustituídos por los hombres del Régimen liderado por Roca y sus herederos los caudillos radicales, fueron los años de la generación del 80 que creyó en el progreso indefinido y en el positivismo como concepción filosófica. La época dorada del granero del mundo.

Recien en el siglo XX, la instauración del voto secreto y obligatorio condujo a la elección de un presidente dentro del marco de “la democracia representantiva”, que está lejos de ser el gobierno del pueblo por el pueblo para el pueblo, pero es el método, pseudo democrático, adoptado por la sociedad de masas para el gobierno de una nación. Sin embargo, a lo largo de ese período solo fueron elegidos por ese sistema cinco o seis presidentes,
[6] algunos de los cuales, continuando la antigua tradición, fueron destituidos por revoluciones. En resumen habría que concluir que los argentinos no saben ejercer la democracia representativa, mientras otros países americanos han utilizado sus derechos respetando las instituciones civiles.

Giovani Papini, un escritor italiano, que supo transitar todas las ideologías definio a la Argentina como “Gran país de la América del Sur … Está poblado de vacas, de bueyes, de novillos, de gauchos, de generales y de políticos democráticos”
[7]

Hoy el país tiene una población estimada en 40 millones de habitantes, pero el número de animales vacunos es superior
[8]. Después de un siglo es un resultado desolador. No porque se deba menospreciar la validez de la potencial riqueza agricola-ganadera que el país posee, sino porque el desierto sigue siendo un problema que sólo tendrá solución con mayor población, como señaló Alberdi.

La política es el arte de lo posible, sin caer en simples pragmatismos, asi lo aseguran algunos pensadores o politólogos, sin embargo los argentinos desconocen este arte y suelen recurrir para zanjar sus diferencias entre ellos a la violencia y la destrucción, lugares transitados en forma reiterada.

En este bicentenario, quizá, se puedan festejar algunos acontecimientos que han ocurrido en la vida de la nación, como la Asamblea del año 13 y la declaración de la Independencia el 9 de julio de 1816, pero ciertamente el ejercicio de la democracia, como forma de gobierno, es un deber incumplido.

Como señaló J. V. González, con motivo del Primer Centenario esto ocurirrá “cuando hayamos corregido nuestros vicios orgánicos y cuando despojados de los “prejuicios y rutinas” podamos presentarnos con los elementos depurados que constituyen “la nueva y gloriosa nación” que soñaron nuestros padres”.
[9]

Sería deseable que nuevas generaciones tomaran ejemplo de los hechos de nuestra historia para lograr que la Argentina tomara un rumbo que la consolidara como nación y organizara todas sus instituciones democraticamente. Tiene todas las condiciones materiales para lograrlo pero aun carece de una clase dirigente que, sin olvidar sus intereses particulares, procure conducirla hacia un futuro de prosperidad y grandeza como nación en beneficio de todos sus habitantes.



[1] Esteban Echeverría – El pensamiento de Mayo en Obras Completas.Ed. Antonio Zamora. B.A. s/f.
[2] Joaquin V. González – El juicio del siglo. Centro Editor. B.A. 1979. pág.9.
[3] J. V. Gozález señala la existencia de “un elemento morboso” producto “de la discordia fundada en rivalidades personales”. (o.c. pág. 15)
[4] J.V. González, describió este suceso como “el duelo definitivo entre la clase revolucionaria vencida y sacrificada y la clase plutocrática o reaccionaria..” (o.c. pág.33)
[5] H. Zorraquín Becú – Tiempo y vida de J. Hernández. Pág.. 292.
[6] Irigoyen, Alvear, Perón, Frondizi, Menem, De la Rua.
[7] Giovani Papini – Diccionario del Hombre Salvaje. Ediciones Modernas s/f.
[8] El censo de 2000 indica la existencia de ganado vacuno en 48.674.400 animales.
[9] J. V. González – o.c. pág. 97.

Saturday, July 05, 2008

HISTÓRIA Y ACTUALIDAD ARGENTINA

La Argentina registra a través de toda su historia escasos conflictos armados con países extranjeros, pero en cambio ha mostrado una intolerancia manifiesta en la búsqueda de soluciones de entendimiento político al enfrentamiento entre fuerzas sociales y económicas y buscar vías comunes de convivencia en beneficio del país.

El fusilamiento del gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego (1787-1828) en el mes de diciembre, por el general Juan Galo de Lavalle (1797-1841) al regresar éste de la guerra con el Brasil, es un ejemplo, el cual tuvo extraordinaria repercusión política en todo el país y sacudió a la población bonaerense, como así también, a la de las llamadas "provincias interiores".

La decisión de Lavalle, ordenando este acto trágico constituyó un tremendo error político cuyas consecuencias perduraron a lo largo de décadas sobre el ordenamiento institucional del país. Lavalle, "una espada sin cabeza", sin duda, fue influenciado por grupos políticos y económicos que lo utilizaron para lograr sus particulares objetivos. Al comunicar al gobierno que el coronel Dorrego había sido fusilado dijo: “la historia dirá si el coronel Dorrego ha debido o no morir… su muerte es el mayor sacrificio que puedo hacer en obsequio del pueblo de Buenos Aires…”
[1] Palabras que indican sus dudas acerca de la acción que había ordenado ejecutar.

Borrego en el momento en que se hace cargo del gobierno ha acumulado una gran experiencia política. Tiene cuarenta años, ha intervenido en su juventud en la guerra de la independencia y conoce a fondo las provincias del interior, mientras se mantiene en contacto con algunos de sus gobernadores. Ha viajado al exterior con motivo de su exilio, viviendo en los Estados Unidos y ha desarrollado una dura campaña política, en el Congreso Constitucional de 1826, en defensa de los principios federalistas. En una palabra conoce los problemas que va a enfrentar en el gobierno de su provincia.

En su acción política busca el apoyo de los hacendados de Buenos Aires a través de la expansión de las tierras destinadas a la ganadería, que, a su vez, le sirva también como garantía para encontrar una solución a los problemas financieros originados por la guerra con el Imperio del Brasil, que recibe como herencia,.

Se dirige de inmediato, a los caudillos provinciales, apenas asumido el cargo de gobernador, mediante una circular donde solicita su colaboración para lograr la solución de aquél grave problema mientras al mismo tiempo, firma un acuerdo con éstas para obtener la reunión de una Convención Nacional que apruebe el tratado de paz con el gobierno brasileño.

Procura aliviar la situación económica del pueblo de su provincia al decretar la fijación de precios para la venta de carne, medida que le acarreará el encono de los abastecedores de este producto, quiénes detentaban un verdadero monopolio en ese comercio.

Trata de obtener medidas legislativas de la Sala de Representantes para aumentar los impuestos mediante los cuales podría solucionar los graves problemas económicos y financieros que atravesaba la provincia, pero los comerciantes importadores ligados al Banco Nacional le negaran su cooperación y no aprobaran sus proyectos de nuevas cargas impositivas. La misma actitud tendrán los hacendados y los comerciantes nacionales, a pesar del apoyo que les brindo el gobierno, por cuanto veían con recelo su política de acercamiento a los hombres del interior.

El fortalecimiento de una estructura nacional por la cual luchaba Dorrego y su anhelo de organizar institucionalmente el país era una medida que no les convenía a esos sectores sociales, pues debilitaría la hegemonía económica de los intereses ligados al puerto de Buenos Aires. De aquí que cuando tuvo que enfrentar el alzamiento militar de Lavalle, al frente de las tropas que regresaban de la guerra, ni los grandes comerciantes importadores y exportadores, ni los comerciantes locales menores, ni los hacendados ni los abastecedores estuvieron dispuestos a sacrificar una parte de sus intereses particulares para el logro de objetivos que confluyeran a otorgar al país una Constitución Nacional.

Todos los sectores políticos y económicos de la sociedad hablaron de los sacrificios que requería la patria pero cuando ese sacrificio se debía traducir, concretamente, en el pago de un impuesto extraordinario ignoraron el proyecto del gobernador. Por estas razones, Dorrego fracasa en su intento de consolidar la unión de Buenos Aires con el interior y lograr una unión de las provincias sobre bases federales; en consecuencia, perdió el poder político al quedar librado a su propia suerte.

Este hecho histórico, en el cual una situación política se resuelve en forma violenta, constituye una constante a lo largo de toda la historia argentina y es un ejemplo para ilustrar como los problemas económicos y sociales desembocan en actos de fuerza. Estos fueron iniciados en 1812, cuando el Triunvirato fue derrocado por fuerzas militares. Sin duda, han constituido una constante repetida hasta nuestros días para dirimir las confrontaciones entre fracciones políticas enfrentadas, sería tedioso mencionar la larga serie de revoluciones y levantamientos militares que ocurrieron en el transcurso del siglo pasado.

Se han esgrimido múltiples argumentos para explicar la incapacidad argentina para encontrar un camino de crecimiento sostenido acorde con las condiciones naturales que posee el país y ofrece a sus habitantes. Entre ellos se pueden mencionar la presión política de los grupos exportadores agroganaderos; las fuerzas armadas que se asignaron el deber de custodiar la soberanía del país y digitar los gobiernos nacionales; los intereses de los capitales extranjeros invertidos en el país para su propio beneficio; y la ausencia de una dirigencia de industriales argentinos que ligara sus intereses a los del desarrollo de la economía en su conjunto. Por último una tendencia en la sociedad dispuesta a ser poco respetuosa de las instituciones civiles y políticas y las leyes.

Es indudable que resulta imposible querer adjudicar a uno sólo de estos factores los males que han aquejado a la Argentina, en particular, a lo largo del siglo XX. En la última mitad de éste, la decadencia argentina es manifiesta en todos los órdenes, sean estos institucionales, económicos, o culturales siendo evidente que las causas señaladas contribuyen, todas, a conformar una resultante negativa para un desarrollo armónico y sustentable del país.

Poniendo el énfasis en lo económico, sin que éste sea el solo determinante, un breve resumen histórico muestra que rota la unidad colonial del virreinato, basada principalmente en la explotación del mineral de plata y en el mercantilismo comercial, las Provincias Unidas del Río de la Plata se incorporaron al mercado mundial con sus exportaciones de carnes saladas y cueros. A éstas, le sucedió el ciclo de la lana para más tarde basar sus exportaciones en la producción agrícola y carnes enfriadas. Desde las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siguiente la economía estuvo en continuo crecimiento recibiendo una creciente emigración de mano de obra europea. La riqueza se concentró en el litoral del país, con Buenos Aires con su puerto, como centro principal, político y social.

Esta estructura de país, la cual acentuó las discrepancias entre la zona pampeana y las provincias interiores se derrumbó con la crisis mundial de fines de los años 20 de aquel siglo. Las medidas adoptadas de carácter proteccionista y de defensa de las exportaciones “tradicionales” carecieron de eficiencia para retomar un crecimiento favorable a la economía del conjunto del país.

La segunda guerra mundial produjo un proceso de industrialización, más acentuado que en la primera, para sustituir la falta de importación de productos manufacturados extranjeros, que careció de continuidad al no tener en cuenta que, en el tiempo, debería competir con la industria extranjera más adelantada técnicamente. Falto de una visión de largo plazo y de un plan de desarrollo industrial sostenido, el proceso fracasó. La economía argentina volvió a entrar en crisis y en continuo deterioro, además, por deficiencias en el sector energético y en el sistema de transportes, ambos sin inversiones y mejoras técnicas.

En resumen, a los factores señalados, las falencias argentinas se pueden resumir en la ausencia de un mercado interno consolidado, debido a la fragmentación del territorio nacional y la falta de una adecuada red de comunicaciones que vinculara todo el país, eliminando el antiguo embudo exportador concentrado en el litoral pampeano.Este mercado interno debería ser sostenido por un desarrollo industrial que brinde trabajo a los habitantes del país, mientras al mismo tiempo, exporte sus producciones agrícolas-ganaderas con valor agregado, tanto en productos alimenticios, como cueros o textiles de lana y otras producciones.

En tercer lugar, sería preciso adoptar una adecuada política de incremento poblacional y de distribución territorial, eliminando la congestión desmesurada del litoral, para contribuir al aumento del mercado interno como ya se ha señalado, creando una saludable competencia, impidiendo el establecimiento de monopolios en distintos sectores económicos. Estas medidas podrían constituir las bases de una política social destinada a suprimir las actuales discrepancias en el reparto del producto bruto interno.

Es posible que medidas como las señaladas, sin suprimir los intereses de clase, pudieran contribuir a evitar las actitudes violentas utilizadas por los grupos dirigentes argentinos para dirimir sus problemas de intereses e influencias, logrando salir del estancamiento del último medio de siglo XX.

Como se ha señalado al comienzo, la actitud de intolerancia entre los distintos grupos sociales argentinos, como muestra la historia del país, fue fundamental para conducir a situaciones de extrema irracionalidad, en las cuales se ha dejado de lado el interés general, el cual no debería estar en contradicción con el particular, si éste se establece con espíritu de grandeza.

En definitiva, una gran nación debe conciliar el beneficio de la mayoría de sus habitantes, ya que la Argentina posee todos los elementos necesarios para alcanzarlo. Este objetivo es el que demandan los gobernados de aquellos que los gobiernan. Para lograrlo es deseable no olvidar la enseñanza histórica que dejo a la gobernación de Manuel Dorrego en la provincia de Buenos Aires, como tantos otros sucesos de violencia social y política que registra nuestra historia como nación.


[1] (C.A. Floria y C.A. García Belsunce - H. de los argentinos. (1971) p.483)

Monday, June 02, 2008

ANARQUISMO Y SOCIALISMO EN EL CAPITALISMO GLOBALIZADO.

Durante el siglo XIX como actividad política, junto al socialismo, el anarquismo fue una de las más importantes, procurando la disolución violenta del Estado. Pedro José Proudhom (1809-1865), uno de los iniciadores de esta ideología consideraba que las jerarquías eran propias de las sociedades primitivas mientras, por el contrario, "la anarquía la condición de las sociedades adultas". Por consiguiente, los productores de riqueza por el trabajo no necesitaban la existencia de una organización política y social que regulara las relaciones entre las clases productoras. Miguel Bakunin (1814-1876), otro activo dirigente anarquista, a su vez, predicaba la abolición revolucionaria del Estado opresor y la abstención total en materia política.

El socialismo, por su parte, como movimiento político propugnaba la utilización del Estado como un paso previo y un medio coercitivo, para la supresión de las clases y su posterior eliminación, una vez alcanzada una sociedad en la cual debía dejar de existir la explotación del trabajador asalariado. Sus teóricos máximos, a éste respecto, como es sabido fueron Carlos Marx (1818-1883) y Federico Engels (1820-1895).

El anarquismo y el socialismo, como movimientos políticos de emancipación de la clase obrera del yugo capitalista, procurando mejorar sus condiciones de vida y la remuneración de su trabajo, tenían un carácter internacional, pues consideraban que todos los obreros independientemente de su nacionalidad sufrían las mismas condiciones de explotación de los propietarios de los medios de producción en cualquier país del mundo.

Éstos en esa misma época, en cambio, defendían al Estado como medio de mantener y acrecentar sus capitales, mientras al mismo tiempo competían, entre sí, en el ámbito internacional en procura de expandir sus negocios a nuevos mercados y lograr el abastecimiento de aquellas materias primas, inexistentes en sus países y necesarias para producir sus mercancías. El progreso de la Revolución Industrial iniciada en Gran Bretaña, impulsó a éste país a su expansión colonial y la misma actitud fue adoptada por otros países europeos.

En tanto, en general, los obreros y los movimientos políticos socialistas, propugnaban la unidad de todos los hombres obligados a vender su fuerza de trabajo, bajo la bandera del Manifiesto Comunista: ¡Trabajadores del mundo, uníos!, en cambio, los capitalistas procuraban fortalecer los Estados Nacionales, eliminando las divisiones heredadas de los estados feudales, tales fueron los ejemplos de la reunificación que tuvo lugar en Alemania y en Italia.

En síntesis, durante el siglo XIX y comienzos del siguiente, se observa una dicotomía, mientras la clase obrera desplegaba banderas internacionales y de unidad en la lucha por sus derechos económicos, sociales y políticos con carácter mundial, los capitalistas competían entre si, bajo las banderas nacionales de cada Estado.

En nuestro tiempo los propietarios de los medios de producción, a través de la posesión de las acciones financieras de las empresas de todo tipo, productoras de bienes, de servicios y de comunicaciones, se han convertido al Internacionalismo, denominado globalización, y propugnan la eliminación de los Estados nacionales o tienden a ignorarlos a favor de la libertad de comercio y circulación de capitales.

En cambio, los asalariados del mundo lejos de luchar por la unidad y defender sus intereses mancomunados han perdido la actitud de luchar juntos contra el enemigo común. Las denominadas asociaciones internacionales de trabajadores y partidos socialistas, son meras reuniones declamatorias sin valor en las decisiones políticas y económicas. Mientras las tendencias anarquistas han perdido influencia en la masa obrera y la desorientación cunde en los antiguos partidarios del marxismo-leninismo, los partidos socialistas, en los países denominados desarrollados, se conforman con lograr una mayor justicia social en un titulado, estado de bienestar. Por otra parte, las políticas proteccionistas implantadas por sus gobiernos de turno, a su vez, han contribuido a la falta de solidaridad de los trabajadores.

La lucha de clases, como no podía ser de otra manera, se enfrenta a nuevas contradicciones que surgen en el fluir de los sucesos históricos. Así, la contradicción entre el capital y el trabajo se acentuó dando como resultado la concentración del primero, que pasa a ser financiero luego de superar la etapa imperialista. Este hecho contribuyó a un predominio más acentuado de éste sobre el trabajador. A su vez los adelantos técnicos, que deberían ser un medio para el fin de eliminar la sujeción del hombre "a ganar el pan con el sudor de su frente" se convierten en un instrumento para incrementar la ganancia del capital. La técnica y la ciencia que contribuyen directamente al mejoramiento de las condiciones de vida del hombre, sin embargo, en esta coyuntura profundizan una vieja contradicción entre "el hombre y la máquina" que se resolverá cuando el trabajador sea dueño de su propio trabajo.

A la superación de esta contradicción contribuirá otro factor, la posibilidad de reducir la jornada de trabajo debido al incremento de la productividad, otra razón para lograr la liberación de la alienación del hombre, a pesar de que en el régimen capitalista financiero constituye por su carácter un elemento que incrementa la desocupación.

El avance científico y tecnológico producto de la revolución industrial provocada por la máquina a vapor, seguida por la segunda revolución. producto del desarrollo del generador y motor eléctrico y las aplicaciones de la electricidad, alcanzo un ritmo vertiginoso a mediados del siglo XX mediante los avances tecnológicos de la electrónica, la tercera etapa, que invade el campo de las comunicaciones, las técnicas de la producción industrial y los adelantos en la biología, la salud y la educación.

Todo lo real es racional, afirmó Hegel. El capitalismo financiero internacional es una realidad consecuencia del desarrollo de la economía y de los adelantos técnicos y científicos. Pero está realidad encierra su propia contradicción, cual es el aumento de la pobreza y la marginación social de la mayoría de la población del mundo. Está será resuelta por una nueva realidad, que se transformará en real y racional.

Los capitales en su expansión al explotar todas las regiones del mundo fueron conformando monopolios multinacionales y transformando su carácter anteriormente productivo para adquirir progresivamente un aspecto financiero. Pero la realidad del capitalismo financiero globalizado ha dejado de ser necesaria, pues se ha transformado en un escollo para el mejoramiento del ser humano y de la sociedad en su conjunto, motivo por el cual pierde su carácter racional. Como quiere un ilustre pensador aquello que "previamente fue real deviene irreal" y pierde su racionalidad y con ello su derecho a existir. Una nueva racionalidad surgirá en el transcurso del tiempo que reemplazará la racionalidad del capital financiero internacional.

En consecuencia siguiendo el mismo pensamiento: "Todo lo que es racional en la mente de los hombres está destinado a ser real." La miseria humana: el hambre de millones de seres, la falta de cultura y educación, la desocupación que empuja al delito, son producto de un capitalismo financiero, convertido en un hecho irracional.

La superación de la pobreza, confirmada ésta por todas las estadísticas, sólo será resuelta por el mejoramiento tecnológico que permite producir más, a un menor costo, en tanto se lo utilice para resolver este problema y no para la creación de mayor riqueza de aquellos que detenta los medios de producción para su exclusivo beneficio y aumentar su ganancia.

La marginación social tiene su solución por medio de una sociedad más igualitaria, en tanto todos tengan la posibilidad de acceso a una mejor educación y conocimiento de la realidad, que a su vez conducirá a la libertad del hombre, la superación de su alienación en la sociedad capitalista.

Esta idea no es una utopía. El curso de la historia, de la historia del hombre, señala un camino en su constante búsqueda de la libertad. Una libertad no en abstracto, declamada, sino una libertad que lo libere de la necesidad.

Una nueva realidad debe abrirse paso. En la cual: “toda la producción esté destinada al uso y no al lucro; donde cada cual produzca según sus capacidades y reciba según sus necesidades y finalmente, los trabajadores de cada industria tengan la propiedad y ejerzan la dirección colectiva de la misma” (Herbert Read - Al diablo con la cultura - 1962).

El camino de la libertad está plagado de escollos, de avances y retrocesos. La utopía seguirá conviviendo con el hombre, pues el cambio, es la esencia de la verdad.

Sunday, March 16, 2008

ARGENTINA Y SU CRISIS.

La historia carece de un curso lineal de progresivo ascenso, muy por el contrario éste es zigzagueante y a veces totalmente imprevisible.

Las crisis, cuando estas se producen, son excelentes situaciones para evaluar los resultados de las acciones pasadas, tanto en el orden político, económico o de otra índole. Por este motivo es interesante evaluar el caso argentino en la década de los años 90 para observar las consecuencias derivadas de políticas neo-liberales realizadas por un gobierno absolutamente corrupto e ineficiente, que recibió por dos veces consecutivas el respaldo electoral del pueblo argentino.

Esas políticas que proclamaban la apertura indiscriminada de la economía del país al mundo exterior, siguiendo tendencias del capitalismo financiero internacional, han comprobado en los hechos, los efectos negativos producidos por la venta de los principales factores políticos y económicos que toda nación debe conservar para sí, las fuentes de energía, las comunicaciones terrestres y de comunicaciones, un sector bancario estatal y las industrias fabriles generadoras de trabajo que movilizan la economía interna.

En este sentido, con respecto a la industria petrolera, es digno de señalar que los restantes países latinoamericanos han conservado en el poder del Estado sus recursos petroleros, Chile, Brasil, Venezuela, México, mientras los países del mundo lideres a través de sus compañías de capitales privados como los EE.UU. y Gran Bretaña jamás tolerarían que empresas foráneas a sus intereses, dominaran esos recursos.

Por otra parte, en un país en desarrollo, como es el caso argentino, el mantenimiento de una red ferroviaria, tiene importancia económica y política y es prioritaria debido a la extensión de su territorio. Es sabido que el transporte fluvial es el medio de transporte más económico seguido por el ferrocarril, mientras que el mantenimiento de una red vial es, además de costosa, negativa sobre el conjunto de la población. El transporte ferroviarios de cargas no ha sido sustituido en ningún país de similares características a las argentinas y en comparación al transporte de pasajeros es altamente rentable, aunque aquel es deficitario en todo el mundo, cuando carece de alta densidad de pasajeros. La destrucción de la red ferroviaria argentina es un delito cometido por el gobierno nacional que no tiene parangón en otras latitudes. Los servicios ferroviarios de los países europeos continúan en poder del Estado contribuyendo a incrementar el desarrollo de sus economías. Por otra parte el mantenimiento de una red vial para el transporte de cargas por automotores es una inversión que gravita en forma negativa sobre el presupuesto nacional, a menos que se impongan tasas diferenciales para ese tipo de transporte debido al alto deterioro que ocasiona en los caminos.

En cuanto a la destrucción de empresas industriales argentinas, por ausencia de una adecuada protección aduanera e impositiva, es un problema que tiene graves consecuencias sociales, así debe ser considerado, y no meramente como un problema de índole puramente económico, pues constituye la fuente principal de fuentes de trabajo para la población en su conjunto. Es preciso insistir en este aspecto, la protección industrial es necesaria como política social, más allá de las implicancias especificas económicas para cualquier país. El Estado debe procurar fomentar la industrialización de las materias primas en sus lugares de explotación dando lugar así al desarrollo regional. En particular en el caso argentino es una prioridad indiscutible dada la extraordinaria concentración de población y recursos productivos en la zona litoral.

A consecuencia de la crisis mundial ocurrida en los años 30 del siglo pasado, en la Argentina se puso en evidencia la fractura del llamado modelo agro-exportador, que todavía carece de una solución coherente debido a la insistencia en pretender plantear una absurda dicotomía entre la opción de ser un país agrícola-ganadero o un país industrial. Éste es un planteo absurdo, similar al viejo argumento que sostenía que la Argentina no podía ser un país industrial debido a que carecía de hierro y carbón.

Pretender que nuestro país debido a sus ventajas comparativas de la pampa húmeda u otras regiones debe ser únicamente agrícola-ganadero, es un argumento desmentido por otros países de similares características que han sabido desarrollar sus industrias agregando valor a sus producciones primarias. Pero como se ha mencionado para dar solución al problema social de crear trabajo para su población resulta absolutamente absurdo pretender que nuestro país carezca de una fuerte industria alimentaria en un mundo ávido de alimentos, exportando solo carnes o productos agrícolas básicos. Como así también que exporte cueros crudos y salados en lugar de artículos de marroquinería y zapatos o botas, etc.,o no procese el algodón y la lana vendiendo al exterior prendas confeccionadas con estos materiales.

En Argentina los problemas económicos son artificiales, en tanto las condiciones básicas de territorio, clima, recursos del agro y la minería, climatéricos y poblacionales son excepcionalmente ventajosos y sólo un problema de ceguera cultural ha conducido al país a sucesivas crisis. Estas han existido desde el momento que el país se incorporó al mercado mundial en el s. XIX como proveedor de cueros y carnes saladas mientras importaba harina de trigo del exterior. Luego atravesó el ciclo de la exportación de la lana y más tarde las carnes refrigeradas y los cereales que la transformaron en el granero del mundo.

En la última mitad del siglo XX, el PBI per capita argentino sufrió una constante disminución. Este hecho muestra con claridad la decadencia argentina producto del fracaso no sólo de su clase política, sino de toda su dirigencia empresarial, industrial, sindical y cultural.

Luego del breve intento de romper los marcos tradicionales del "modelo agro-exportador" como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, con una incipiente industrialización, cuando el país se encontraba en inmejorables condiciones para emerger como un país pujante y en desarrollo sostenido, las políticas "populistas" y facilistas de correr hacia adelante, adoptadas por "el partido militar" y "los partidos demagógicos" que eludieron solucionar los problemas fundamentales de su estructura socio-económica, que no se compadecía con los nuevos tiempos, la redujeron a una situación de caos económico y cultural.

Una república federal en el discurso, pero unitaria en los hechos, donde todavía es necesario rescatar las palabras del sanjuanino "provinciano en Buenos Aires y porteño en el interior", pues ambas Cámaras del Congreso Nacional tienen mayoría hombres pertenecientes a las provincias y la Presidencia de la Nación ha sido ejercida por hombres del interior que han gobernado sostenidamente como oriundos de la Capital Federal, siendo más "porteños" que aquellos nacidos en esa ciudad. Un país incapaz de reestructurar sus sistema de comunicaciones para evitar la concentración en Buenos Aires de todos sus viajes, para comunicar el norte con el sur, el centro con el litoral, el noroeste con el litoral sin pasar por la capital, pues las redes de transporte automotor y ferroviarias comienzan y terminan en el embudo del Río de la Plata. Un país que necesita sus hombres y mujeres dedicados a producir y no ha soñar en paraísos exteriores que solo existen en mentes afiebradas, pues nadie regala nada en ningún lugar del mundo y sólo el trabajo crea riqueza.

Se habla de la necesidad de capitales para promover el desarrollo cuando la Argentina ha sido internamente siempre generadora de capitales que han huido al exterior por la avaricia de su clase dirigente y explotadora. Los capitales en manos de los argentinos "pudientes" son más que suficientes para conducir el país hacia adelante.

Será preciso que en nuestro país surja una generación que se aplique a estudiar y resolver los problemas que aun persisten y aplique soluciones acordes a los tiempos que se viven en el resto del mundo, estas no surgirán en forma espontánea, ni por un determinismo económico. Sólo surgirá del trabajo sostenido, callado, construyendo un porvenir para todos sus habitantes.

Monday, October 01, 2007

ARGENTINA HOY: LOS OBJETIVOS COMO NECESIDAD PARA LA ACCION.

Hace tres décadas, en 1976, se celebraron dos acontecimientos relevantes para la historia de América, uno la creación del virreinato del Río de la Plata y el otro la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica. Estos dos hitos trascendentales deben servir para la reflexión acerca del distinto curso seguido por dos naciones.

Mientras en el Norte los débiles siete estados iniciales de los colonos norteamericanos se agruparon para constituir una nación, con precarios elementos y rodeados de peligros, contando solo con el cultivo del suelo para poder subsistir, al sur del continente americano, España daba forma jurídica a una región que, sobre la base de la explotación de las minas de plata de Potosí había adquirido una fisonomía económica propia, procurando consolidar sus derechos políticos frente a las incursiones de países extranjeros.

Después de dos siglos, nadie se atrevería a discutir a que lado se inclinó el fiel de la balanza en cuanto a la supremacía política y económica entre el norte y el sur del continente. El país del norte es hoy una de las primeras potencias mundiales y su desarrollo económico y técnico alcanzó proporciones desconocidas hasta el presente, a pesar de aspectos culturales y éticos que contradicen ese adelanto. Por el contrario los vecinos del sur del Río Grande y en particular, las Provincias Unidas del Sur naufragaron en sus sueños, a lo largo de la guerra de la independencia y las luchas civiles posteriores en querellas de partidos políticos.

¿Tiene sentido plantear la pregunta del porqué de este resultado? Nada ayuda tanto a lograr soluciones como estudiar la historia, aun cuando ésta nunca se repite, y tratar de extraer enseñanzas de los acontecimientos pasados.

Como escribió con acierto un autor norteamericano , “la política exterior de los Estados Unidos se dirigió, casi desde el comienzo de su historia, hacia cuatro objetivos principales: la expansión de sus fronteras, en particular hacia el sur y el oeste; la ampliación de los derechos de los neutrales; el logro de una mayor libertad comercial, mediante la supresión de las restricciones impuestas por el viejo sistema de comercio; la reducción de los puntos de contacto entre Europa y América”.

Estos objetivos se fueron cumpliendo sistemáticamente, con una clase dirigente conciente de ellos. En 1826, es decir, al término de las guerras de la independencia de España por los países sudamericanos, Estados Unidos había extendido su dominio a la Florida española y tomado posesión de la Louisiana francesa. Para esa época, las Provincias del Sur, no habían logrado darse una constitución, Bolivia surgió como estado independiente y la Banda Oriental se encontraba ocupada por los portugueses, mientras Paraguay persistía en su aislamiento. En la década del 40 del siglo XIX, la Confederación Argentina dirigida por J. M. de Rosas, rebasó la frontera natural del Río Salado y arrebatándoselas a los indios, extendió las tierras destinada a la ganadería.

Es en esa década cuando los Estados Unidos extienden su dominio a Tejas, desmembrada de México en 1845 y a la California. Es evidente que la diferencia entre ambos grupos dirigentes radicó en la vocación de poder de los norteamericanos. Los hacendados argentinos se agotaron en la sola preocupación de consolidar su interés particular y no quisieron estructurar un país con deseos de grandeza, a pesar de vivir mirando permanentemente al exterior.

Los argentinos de la llamada “generación del 80” no dudaron acerca de su objetivo, conquistaron el desierto, con la decisión cabal y concreta de asegurar el “progreso” del país sobre la base de un esquema agro-exportador que brindaba los mayores beneficios económicos a la “clase patricia”, y estructuraron un régimen “falaz y descreído” según la definición del mayor representante opositor, H. Irigoyen, que lograría dar visos democráticos a la Republica.
Por su parte, al término de la Primera Guerra Mundial, los Estados Unidos habían consolidado su economía, transformada por las ideas de Hamilton quién, además, de propugnar la unión de los estados norteamericanos, luchó por la aprobación de medidas que protegieran las manufacturas nacionales, defendiendo así sus intereses de los países extranjeros y rechazar la política tradicional del librecambio. En cambio, Jefferson, el tercer presidente norteamericano, era partidario del desarrollo agrícola del país en lugar de poner énfasis en las manufacturas.

La crisis financiera mundial de los años 30 provocaría en la Argentina la quiebra del esquema agro-exportador, bajo cual la argentina aparecía como “la tierra prometida” para refugio de los inmigrantes europeos, produciendo una aguda crisis económica, pese un insipiente desarrollo de los primeras industrias locales y la necesidad de establecer Juntas reguladoras para la defensa de producciones como la vitivinícola y la azucarera, entre otras.

El agotamiento del esquema agro-exportador fue motivo de un detenido análisis por Alejandro E. Bunge , señalaba la decadencia del desarrollo económico a partir de la Primera guerra mundial dando como causas:
a) caída del área sembrada, b) el menor valor de las exportaciones agrícolas-ganaderas. c) la disminución de la población rural, d) el decrecimiento de la capacidad de trabajo, debido a una población menos productiva y e) un excesivo consumo de productos manufacturados importados del exterior.

El autor proponía una serie de medidas conducentes a solucionar éste problema que se resumían en los siguientes puntos:
a) incrementar las producciones manufactureras nacionales, b) aumentar las exportaciones de productos manufacturados y no solamente materias primas, c) disminuir los empleos gubernamentales, d) formular planes de construcción de viviendas para obreros y por último, impulsar una Unión Aduanera del Sud, que comprendiera a la Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay y Paraguay.

Es evidente que el análisis realizado por Bunge era sumamente ajustado a la realidad de la situación económica de aquel momento, cuando ya se había declarado la segunda guerra mundial. Han pasado seis décadas y la Argentina continúa sin resolver los aspectos fundamentales de su política económica, y su futuro como nación arrastrando los mismos problemas que había planteado Bunge.

En el curso de este período de la vida argentina, un somero balance indica: a) un descenso continuado de su P.B.I. b) un balance favorable a la exportación de materias primas respecto de productos manufacturados, c) concentración de la población en el litoral con centro en la capital del país, d) escasa incidencia de la industria en la formación del P.B.I. e) destrucción de la red ferroviaria, incomunicando las distintas regiones del país, cuando éste es el mejor medio de transporte dadas las condiciones geográficas del mismo, f) dependencia de los recursos energéticos del exterior (petróleo y gas) debido a la privatización de las empresas nacionales, g) pérdida de mano de obra calificada debido al cierre de numerosas industrias.

El análisis previo muestra el deterioro sufrido por la Argentina en el último medio siglo, consecuencia de una sociedad falta de cohesión, proclive a aceptar políticas demagógicas de corto plazo, sujetas a intereses sectoriales ajenos al interés nacional, y conservadoras, que asumen que es posible volver a sostener intereses de otras épocas, superadas a nivel mundial (hoy Europa y los EE.UU. adoptan medidas proteccionistas para sus producciones agrícolas-ganaderas) y mercados altamente competitivos debido a la llamada globalización, por lo tanto los adelantos tecnológicos muestran que es imposible regresar a un pasado totalmente perimido.

Es notable observar como las soluciones propuestas por Bunge siguen hoy vigentes y como luego de las vicisitudes por los cuales atravesó la Argentina a partir del fin de la segunda guerra mundial su población y su clase dirigente se han negado a enfrentar su realidad y adoptar las medidas necesarias para salir de su decadencia, mientras otros países latinoamericanos que, en los años 40 del siglo XX se encontraban detrás de la Argentina, social, cultural y económicamente, hoy la han superado en muchos aspectos. Y lo más contradictorio de esta situación es que se trata de un país con todas las condiciones básicas físicas y económicas, para asegurar a su población una vida digna y un futuro promisorio para las generaciones venideras.

Las soluciones propuestas por Bunge, en sus líneas principales, son perfectamente posibles de concretar en la medida que la sociedad argentina en su conjunto se decida a encararlas, por supuesto mediante una nueva generación conciente de la necesidad de un cambio en profundidad que movilice a toda su población como ha ocurrido en otras etapas de su historia. El ejemplo de los Estados Unidos del Norte sigue siendo válido, para ser adoptado, cuando es fácil observar las políticas proteccionistas y hegemónicas de ese país al igual que las que practica la Unión Europea.

Por otra parte, el país arrastra un problema pendiente a partir de la federalización de la ciudad de Buenos Aires, en 1890 y que fuera señalado por Leandro N. Alem, el desmedido crecimiento del Litoral con relación al resto del país y en particular la Capital Federal y su área de influencia. Convendría seguir el ejemplo de los EE:UU. que resolvió éste problema designando a Washington como la capital federal del país, en lugar de fijarla en Nueva York ciudad que reunía el centro económico y financiero.

La concentración de factores políticos, económicos y financieros en esta región no es un secreto para nadie, pero que aguarda la decisión de fijar como objetivo la ruptura de este esquema. La celebración del bicentenario de la Revolución de Mayo sería una buena oportunidad para discutir la forma de solucionar este problema. El país necesita realizar un esfuerzo para intensificar la explotación de sus riquezas potenciales con un criterio regional que involucre, al mismo tiempo, la descentralización del litoral. Las acciones ha realizar deberán ser varias, no excluyentes, incentivos a las inversiones por medio de créditos, extensiones impositivas, reducción de tarifas en los fletes, etc. La idea básica debe ser la explotación integral de los recursos económicos en el lugar donde se encuentran la materia primas o donde resulte más conveniente en función de la disponibilidad de energía, mano de obra, vías de comunicación, tal como el procesamiento de la lana en el sur del país o del algodón en las zonas de cultivo, para dar un par de ejemplos.

Es preciso concretar el país como un cuerpo robusto que sostenga con firmeza una cabeza que en éste momento no guarda relación con el resto de su organismo. Resolver la atrofia que lo aqueja en su presente realidad económica, constituiría una solución básica a los problemas argentinos.

¿Seguiremos esperando soluciones imposibles e interesadas de sectores externos que lógicamente buscan su propio beneficio o los argentinos, dejando de lado las políticas estrechas de sectores enfrentados y las especulaciones ruines, políticas y económicas, decidirán tomar el destino de su país en sus manos para lograr un futuro más venturoso que los conduzca a lograr una gran nación?

Es en este sentido que se deben fijar objetivos para la transformación de la Argentina de hoy, en procura de un mejor futuro para las futuras generaciones.


Estadisticas de visitas